81. Ese monstruo de ojos verdes
A los veintidós años ya era considerado un prodigio de las tablas. Deslumbraba con sus performances, obras, carnavales, intervenciones, rituales y monólogos. El Otelo de la compañía se sentía amenazado por su arte, por cómo lo miraba su Desdémona, pero sobre todo, porque manaba algo animal y magnético que le hacía cuestionar su propia sexualidad. Según la prensa, el letal incidente de la ballesta que devino en baño de sangre sobre el escenario fue accidental, sin embargo en el libreto no aparecía arma alguna.