52. Espuma y Polvo
Enfilan huellas, sobre la arena mojada, en una calurosa tarde de verano.
Dedos diminutos- de no más de año y medio-, prueban la mar salada. Juegan con esta, mientras mi blanca espuma les atrapa.
A su lado, otros pies, temblorosos e inseguros, aguardan a que yo los bañe. Se apoyan en sus bastones y fruncen el ceño cuando las salpicaduras les alcanzan.
A veces, se forma un remolino de agua turbia, al mezclarse con la arena, hecho por jóvenes que juegan a la pelota y, en sus saltos, horadan marcados surcos que yo me apresuro a cubrir con el manto de las olas.
Hoy es un día excepcional. Por vez primera, a la luz del día, unas botas negras, duras, de uniforme persiguen a un grupo de jóvenes que, atemorizados, arrojan unos pequeños fardos al agua. Estos se abren con el impacto y un polvo blanco queda diseminado por toda la orilla.
Uno de los sacos está fuera de mi alcance. Me mira desafiante y espera, con tranquilidad, la llegada de los guardias.
Casi lírico, me ha gustado la idea de que el mar hable. Me permito comentarte, y espero que me perdones la osadía, el final me gustaría que acabase en «espera con tranquilidad», pienso que así da sensación de calma chicha para que se pueda recoger el paquete, claro que e autor siempre es el que decide. Un bico.
Gracias Maite por leerme y por tu comentario. Todas las sugerencias son bienvenidas y me hacen pensar.
Un abrazo