116. Están tocando la puerta
Empezó con unos tenues golpes hasta convertirse en una mezcla de llanto y gritos. Me encerré con mi tristeza y mantuve con teatralidad mi mortal ansiedad. No tuve el valor suficiente para suicidarme. Estuve a punto de levantarme de mi letargo, pero cayó sobre mí algo parecido a una enorme araña y con sus delicadas patas me oprimió el pecho, mientras miraba, con terror, como sus ocho ojos multiplicaban mi semblante demacrado. Fue entonces cuando en mi vientre explotaron los capullos, y cientos de diminutos seres recorrían ávidos una presa inmóvil y callada. Mi cuerpo está a punto de expirar y la muerte no deja de mirarme con diminutos ojos. Mientras tanto no cesan los intentos por derribar la puerta como un epitafio.
La sensación de ansiedad e impotencia que siente tu protagonista podría ser debida a una pesadilla o a un estado mental, en todo caso, parece un estado sin escapatoria, con esa puerta incapaz de contener los peores miedos, mientras al otro lado la angustia hace su trabajo.
Un saludo y suerte
Dentro de lo terrible, me has hecho sentir un sentimiento poético. Creo que en eso, está el quid de este relato.
Mucha suerte, Hector.
Un relato casi alucinógeno que trasmite muy bien esa sensación de ansiedad del protagonista. Mucha suerte 🙂