7. Estrella
No recuerda su nombre. Cuando le preguntan cómo se llama, ella responde ‘die kleine’, ‘la nena’.
Con sus ojos grandes, llenos de hambre, mira alrededor, a ese mar de estrellas amarillas, sucias y deshilachadas, que espera obediente y resignado, su final.
Sus padres también llevaban una, cosidas en las solapas de sus chaquetas. Al igual que sus hermanos. Eran dos, un chico y una chica, mayores que ella. En una riada de miles de estrellas perdió sus manos. Perdió a su familia.
Y ahora camina sola. Mirando su estrella amarilla. Esquivando a esos que no las llevan y que bajo sus brillantes gorras negras lucen un mirar oblicuo y casi amarillo, lleno de ira. Vigilando a tantas estrellas amarillas que van y vienen dentro del campo alambrado.
Quizá sus ojos y sus manos vuelvan a encontrarse con los de su familia. Cuando ya no hagan falta todas esas estrellas amarillas.
La estrella de David, símbolo de vida, se convirtió en la señal de los condenados, de los proscritos, de aquellos que, sin motivos racionales, fueron marcados para el exterminio.
Esa pequeña, antes o después, encontrará a los suyos, de los que ya no se separará. Sus verdugos, solo hallarán su propia miseria.
Duro y bien contado, Esperanza
Un abrazo
Ví color amarillo y vi la estrella casi inmediatamente.
La historia verdadera se nos ha metido muy dentro con imágenes durísimas y crueles. Y a veces intentas suavizarla con pequeñas historias que tal vez no sucedieron.
O quizá sí, y hay que ir rebuscándolas entre todas esas imágenes de horror en blanco y negro.
Gracias Ángel. Un abrazo.
Cruda realidad esas estrellas amarillas, el final me da esperanza y me aferro a ella. Buen relato Esperanza, suerte.
Fue una realidad demasiado cruda. Que ojalá no se repitiera nunca más.
Gracias Pablo.
Saludos