47. Eterna Búsqueda (Esperanza Tirado Jiménez)
Mamá siempre dijo que una ola gigante se nos llevó y que el mar nos tragó dentro de su estómago azul.
Yo apenas recuerdo qué pasó. Sé que el sol se había ocultado tras la montaña, que los árboles se veían entre sombras y que el aire olía a salitre. La playa se veía a lo lejos, alargada y desierta, las olas empujando su espuma hacia ella.
Escuché a mis hermanos gritar. O a lo mejor lo soñé. Y fui yo el dueño de aquel grito, que se perdió en la noche.
Y en un momento dejé de pisar tierra firme, y comencé a girar entre aguas revueltas, como como si alguien intentara bucear en una lavadora gigante.
Ante mí pasaron imágenes de mi corta vida. Y me vi a mi mismo, reflejado en un espejo acuático. Pero ya no era yo: me habían crecido escamas y aletas.
¡Y respiraba!
Entonces… no estaba muerto. Pero no podía regresar a casa sin encontrar antes a mis hermanos pequeños.
Gracias a mis aletas y a mis branquias exploro todos los océanos en su busca. Aún no los he localizado.
Mientras sigo buscándoles, me pregunto si mamá aún se acuerda de nosotros.
Inicio estos comentarios con un regusto muy agradable de tu fantástica historia en toda la extensión de la palabra.
Imaginativa y poética con el olvido como fondo.
Besito virtual desde mi correo, Esperanza.
Pues a veces la realidad supera a la ficción. Te dejo un artículo que lo confirma
http://www.lne.es/asturias/2009/11/15/condena-eterna-maria-jesus/834363.html
Gracias María Jesús por estrenar esta sección.
Besos virtuales para ti. Y suerte.
Leyendo el original, conozco la cruda realidad de esta espeluznante historia, que tú nos has hecho llegar, impregnada de una cierta poética.
Otro besito virtual, Esperanza
Esperanza, la busqueda que cuenta tu historia esta impregnada de poesía y moraleja. Suerte y saludos
La historia real fue un poquito menos poética.
Gracias Calamanda.
Suerte para ti también.
Unos niños engullidos por el mar, donde pasan a un plano diferente, pero no son capaces de encontrarse. Uno de ellos se trata de adaptar a su nueva situación, pero sin dejar de olvidar de dónde vino y cómo ocurrió todo. El océano identificado como muerte, aunque quizá también como una nueva vida.
Un abrazo y suerte, Esperanza
En Asturias (y en todos los sitios de costa en general) que el mar es vida y muerte a la vez es bien sabido. Aunque a veces nos confiamos y se nos olvida.
Gracias Ángel.
Un abrazo de vuelta, acompañado de un deseo de suerte para tu relato 🙂
Hola Esperanza.
Terrible realidad, convertida por tus letras a ficción. Y preciosa metamorfosis la de tu sirenita.
Enhorabuena y mucha suerte.
Ton.
La verdad es que fue algo bastante impresionante. Y mira que hace años, pero de vez en cuando me vuelve ese recuerdo.
Muchas gracias Ton.
Y suerte para tu historia.
la lucha por la supervivencia y por adaptarse a un nuevo medio. La búsqueda constante y el recuerdo, las preguntas con la respuesta en el aire… Todo ello nos has sabido mostrar de manera hermosa.
Buen relato, donde el océano es más protagonista de lo que parece.
Un beso Esperanza.
Me encanta encontrarme con estos análisis tan estupendos, que hacen una ilusión tremenda y motivan un montón.
Mil Gracias Mª Belén 🙂
Besos
Triste pero fantástica historia, perfecta para la temática propuesta.
Dan ganas de saber si algún día encontrará a sus familiares, ojalá sea así.
Abrazos
En la ficción todo es posible. ¿Quién sabe?
Gracias enormes por verla perfecta.
Abrazos Asunción 🙂
Hola, Esperanza, magnífica narrativa para una desgarradora historia. Se me ponen los pelos de punta, saber que está basada en una terrible realidad.
Antes de leer el artículo, me fui por los derroteros de la fantasía, y a tu favor, me gustó igualmente.
Un abrazo y mucha suerte.
El caso fue terrible, desde luego.
Muchas gracias por tus palabras Rosy. Lo de ‘magnífica narrativa’ es para apuntar en la libreta de comentarios fantásticos y motivadores.
Gracias guapa.
Y suerte para ti también 🙂