41. EXCUSA DEFINITIVA (IsidrøMorenø)
Sentado ante la psicóloga, Octavio, con sudores fríos, tartamudeo ocasional y angustia generalizada, consiguió narrar sus temores, sus miedos y fobias a las fobias y a quienes las padecen.
Del extenso dictamen, Octavio solo entendió tres palabras: “Usted padece fobofobia”. Y fue emplazado para una segunda consulta.
Según se aproximaba la fecha de la nueva cita, aparecían los sudores y angustias. Octavio decidió enviarle una carta:
Doctora, no volveré a su consulta. He descubierto que además de “fobofóbico”, tengo fobia a los que las estudian. Y, lo confieso, a las batas blancas. Esas telas me producen más taquicardia que una cucaracha en la sopa. Usted, sin pretenderlo, es como un enemigo que encarna todas las fobias.
Comprenderá que no quiera arriesgar mi vida entrando en su consulta que, para mí, es como un campo minado de traumas. Prefiero quedarme en casa, donde vivo en familia con mis miedos, y sé dónde pisar, o eso creo, porque hoy he descubierto una baldosa movediza que cuando la piso, además de crujir, oigo un insufrible goteo de grifos. Creo que tengo hidrofobia y grifofobia también. Tengo terror y…
Esta carta fue leída por el señor juez durante el levantamiento del cadáver de Octavio.
El pobre Octavio y sus temores crecientes, enredados unos con otros y retrolimentándoae, solo podían conducir a una vida invivible y a una decisión desesperada y liberadora, sobre todo, definitiva.
Mucha suerte y dos abrazacos, Isi, artista.
¡Pobre Octavio! Al final, fue peor el remedio que la enfermedad… Podría decirse que fue un homicidio-suicidio o suicidio-homicido: lo mataban sus miedos y decidió matarse, o se mató porque lo mataban sus miedos… No sé qué dirá el señor juez mientras lee la carta del occiso, pero yo diría lo que dice Sherlock Holmes a su asistente: ¡Elemental, Watson!
Un micro fofofóbico que se las trae…
Muy bueno, Isidro.
Un beso grande,
Mariángeles
El señor juez no tuvo más remedio que aceptar y constatar que la muerte fue producida por terror autogenerado.
Muchísimas gracias, Mariángeles, por tus gentiles comentarios.
Un gran abrazo.
Efectivamente es penoso morir de miedo, de temores, de traumas y de fobias.
(Y… si este es el Octavio, ¿querrá decir que, al menos, hubo siete más?, jejeje que no todo sea tétrico!).
Mil gracias, amigo Ángel. Vayan dos abrazacos para ti.
Efectivamente es penoso morir de miedo, de temores, de traumas y de fobias.
(Y… si este es el Octavio, ¿querrá decir que, al menos, hubo siete más?, jejeje que no todo sea tétrico!).
Mil gracias, amigo Ángel. Vayan dos abrazacos para ti.