74. Experimentación animal
El doctor muestra a sus alumnos los tres injertos realizados hasta ahora en el espécimen: sobre la cuarta vértebra cervical, una oreja que ya ha desarrollado tejido epitelial con varias capas de células escamosas; un segundo apéndice nasal por encima de los ojos, electrónico, atornillado a la zona frontal y con acceso directo al rinencéfalo; y, por último, los tubos de drenaje activos conectados a los órganos para la toma de muestras durante los procesos digestivos y la inoculación de sustancias.
Hoy, señala, realizarán la amputación de los genitales, de escaso valor científico, e injertarán en ese espacio una tercera pata que se anclará a la parte central del hueso denominado cadera. Desconoce si realmente será viable, pero insiste en que estos experimentos pueden ser cruciales para la supervivencia de los roedores. Solo espera que, cuando empiece la operación, este humano grite menos que el donante.
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Dios, qué salvajada! Me duele hasta a mi. Cuando estas barbaridades nos tocaran a nosotros, se nos cierra la glotis. Pero lo cierto es que no está lejos de la realidad de roedores y otras especies con las que se experimenta. Qué desequilibrio entre especies!
Aunque en el papel, nos lo tenemos merecido
El mundo al revés: experimentar con humanos para mejorar el bienestar de roedores. Se supone que las ciencias médicas avanzan, pero parece que nada sustituye las duras pruebas y los sacrificios de seres vivos, que sirven de campo de pruebas necesario, a beneficios de otros seres que se consideran superiores.
Un relato que hace pensar, sobre todo, si se le puede llamar progreso y avance al que se consigue a costa de otros, o lo que es lo mismo: que muchos individuos sufran y mueran para que otros vivan algo mejor.
Un abrazo y suerte, Rafa
Muy bueno, Rafa, con un significativo debate ético de trasfondo. El título acertado en todos los sentidos. Y, como suele suceder, el principio de las 3R les importa tanto como, en este caso, esos órganos de escaso interés científico, ay qué dolor…
¡Abrazo!