31. EXPIACIÓN
-¡Una opereta bufa! ¡Un libreto satírico! Con gusto habría abofeteado al tocabandurrias ese ¿Mi condena convertida en un mal chiste? ¡Yo que reté a Dios y al diablo!
Así murmuraba Willem dirigiendo sus pasos por la senda del monte Do Sino donde habita el recuerdo de algo que nunca existió: La imagen de aquel antiguo palacio cuyas torres se recortaban en la luna de agosto como el aparejo de un barco varado. ¿Qué hay debajo de sus valientes sillares? ¿Qué fuerza se esconde tras esas desvencijadas ventanas? Seguramente la pasión del náufrago.
-¡Ay, todo lo del cuerpo es río, lo del alma es sueño y delirio!
Y mientras buscaba el paso a la playa soñó con la dama de los zapatos blancos. Observó cómo ella dibujaba en el aire, con la punta de los dedos, la respuesta a esa pregunta que nunca formuló. Existe algo sagrado que brota del espíritu de todas las mujeres y por eso se las consulta como si fueran un oráculo.
El deseo es salvación.
Con los pies batidos por las olas comprobó que su barco había partido ¿Estaba liberado de la penitencia?
Holandés y errante hoy descansa sus siglos abandonado en este santuario de arena.
Hay algo que, seguramente por falta de riqueza cultural, se me escapa. Pero aún así, me suena bien. Me suena a misterio y romanticismo, a arena y a sal, a luna llena y penumbra, a pecado y perdón…
Muchas gracias Edita por dedicarle un momento a mi relato. Pienso que nada se te ha escapado, la historia habla de pecado y de perdón. Tal vez «El holandés errante» no sea un personaje mágico que habita bosques y montañas pero si es el protagonista de una leyenda clásica que se ofrece a múltiples intepretaciones.
Un saludo.
Manuel, todo un símbolo de ser mágico tu protagonista. Suerte y saludos
Supongo que sí, que si ya descansa en la arena, se habrá liberado de la maldición.
Me alegro, que las maldiciones deben ser agotadoras.
¡FELIZ NAVIDAD Y FELIZ AÑO NUEVO!