EXTRAÑO PEDIDO (fuera de concurso)
Me sentí como un payaso cuando llegué a la “cena turca” (turkey dinner) en una concurrida cafetería de una ciudad del interior de Estados Unidos e hice mi pedido. Mi pésimo inglés de hispanoparlante recién llegado al grandioso país no incluía la palabra “pavo”. Cuando pedí los kebab que había degustado hace años en algún restaurante turco en mi ciudad de origen y, además, acompañados de humus y ayran, el mesero me fulminaba con la mirada y mis vecinos de mostrador (el gordo de abrigo oscuro, la muchacha del sobretodo de cuadros, la vieja de negro con extraño moño en el cabello…) voltearon a verme con tal mirada de condena que tuve que tomar las de Villadiego. Nunca volví a pisar ese local, aunque era el comedero que me quedaba más a mano en el camino de regreso a casa.