FASE 2E-Encuentro 14
PARTICIPANTES: Asuncion Buendia / Josep Sebastian
Los participantes aquí señalados tendrán que publicar en el espacio reservado a los comentarios de esta entrada del blog, un relato INÉDITO de un máximo de 100 palabras antes del plazo fijado y que cumpla las siguientes condiciones.
TÍTULO: Debe incluir un NÚMERO
APARECERÁ EN EL TEXTO: un accidente
PRESENCIA SENSITIVA EN EL RELATO DE: el gusto
PERSONAJES: una mujer y un hombre de distintas razas
PLAZO: antes de las 20 horas del domingo 25 de enero.
Cumplido el plazo, el domingo 25 de enero recibiréis en vuestro mail un enlace para que votéis a un relato de otro encuentro (se os asignará al azar)
El resultado de este encuentro se hará público en una entrada general de la sección EnoTiCias.
Sospechoso número uno.
Temblorosa y aturdida se apoyó en la sucia pared del andén. Sentía como aguijones de avispa la fuerza de sus ojos negrísimos clavados en ella, mientras le escuchaba repetir “Moi non. Moi non”.
Se lo llevaban. Era negro, seguramente ilegal y por extensión delincuente.
Se miraron de nuevo, sus ojos profundos y limpios no le parecieron ahora tan oscuros. Eran dulces como el licor de avellana que le gustaba tanto. Los suyos turquesas cristalinas, brillaban en contraste con su blanca piel y sus mejillas arreboladas.
Respiró hondo y gritó:
— ¡Esperen! Esperen. Él no ha hecho nada, ha sido un accidente.
Yo, Asun, era de los que en la escuela hacía los deberes el último día. No he mejorado con el paso de los años.
En cualquier caso, se me está haciendo difícil elaborar la historia. Lo que sí que tengo claro es que no va a ser de raza negra por no copiar…
Aún me queda mañana y domingo. Quizás en la tranquilidad de la montaña consigo poder competir dignamente con tu precioso relato.
Yo no he esperado más porque tengo mucho lío en casa y el fin de semana ando de mudanza.
Estoy deseando leerte, así que venga, porfi.
Un besito
618913083
Me encontré una tarjeta en el limpiaparabrisas del coche con la imagen de una joven oriental en picardías, un teléfono móvil apuntado y un breve “masaje relajante” en letras rojas.
Entré en una cafetería, pedí un whisky doble y lo compartí con mi perplejidad.
Dudé unos segundos pero pudo más mi curiosidad. Marqué tembloroso el número de la tarjeta.
—Hola, querido. ¿Ya saliste del despacho?
— Estoy llegando a casa.
Crucé la calle sin mirar y un coche me golpeó dejándome medio inconsciente. Mostré la tarjeta:
—Marquen este número, por favor.
Oí que alguien se alejaba gritando “¡deje de beber, hombre!”