FEB103. MUERTE POR CHOCOLATE, de Félix Valiente
Podría inventar una justificación para su retrato. Escribir, por ejemplo, acerca de momentos pasados que aventurasen motivos sobre lo que hacía, o imaginar aquello que no explicaría lo que nunca sucedió o tal vez no se supo.
Ella mataba.
Quizás mató siempre, desde antes de matar, cuando nació y la vida le fue impuesta, cuando empezó a negar el mundo sin saberlo, dulcemente, sin prisa ni odio premeditado.
Poniéndose el delantal lloraba siempre. Después calmada y resuelta seguía la misma receta, los mismos ingredientes y una nueva víctima: harina, huevos, leche, levadura, veneno, cacao y chocolate líquido para un delicioso y mortal bizcocho de chocolate.
Amasaba, descubriéndose a sí misma cada nueva vez.
Mezclaba, repitiendo en susurros inaudibles el nombre del siguiente.
Horneaba, imaginando el bocado de placer y la explosión de chocolate desparramándose en la boca con fecha de caducidad.
La lista no paraba de crecer. Desde el maltratador del sexto hasta el banquero hijo de puta que sólo habitaba en el segundo por temporadas. Esta vez la invitación a merendar de la inocente y risueña vecina pastelera sería para el pederasta que vivía en el cuarto.
La muerte más dulce posible en el mundo más cruel imaginable.
Tu relato tiene dos partes. La de la historia que es muy buena y esa dulce pastelera hace justicia entre delantales y moldes y la introducción que es reflexiva y apuntando aunque sin desvelar las motivaciones del personaje, esto hecho de una manera que demuestra que puedes manejar las historias con lenguajes diferentes.
Buen ritmo y buen estilo. Suerte.
Gracias Antonia, por leerlo y comentarlo. Me alegra saber que los dos planos que pretendía combinar quedan bien enlazados.
Un saludo
Con un vecindario así, a lo mejor es un nuevo método de impartir justicia. Bromas aparte, me encanta el andamiaje del relato y ese sabor a chocolate amargo que tiene.
Felicidades y suerte.
Un abrazo,
Me da miedo pensar que ese pudiese ser un nuevo método de justicia, pero al paso que vamos… Muchas gracias por el halago y por leerlo. También yo percibí al escribirlo el amargor del chocolate.
Un saludo
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Buen relato de muertes con bizcochos negros y fecha de caducidad.
Suerte María Rojas
Gracias por pasarte a degustar el chocolate con marchamo de muerte.
Un saludo
Maravilloso, primo. Ya veo que los nuevos aires te están dando renovadas energías 😀
Gracias oC. Me alegra mucho que te haya gustado. Parece que la máquina se va engrasando y estos aires lejanos me están llevando de nuevo a las letras. Poco a poco.
Un abrazo desde el otro lado del Atlántico.
Felix, retrato negro de vecina negra; aunque «los otros» vecinos; no tiernen desperdicio ¡Vaya comunidad! Suerte y saludos.
Es verdad que en la comunidad se ha condensado lo ¨mejor de cada casa¨. Pero es que quería reflejar que lo malo en el mundo abunda por metro cuadrado, y ella no es la peor ni mucho menos.
Gracias por pasarte y leerlo.
No es lo que tenía en mente, Ana. No hay inocentes comiendo ese bizcocho sino las personas que ella cree que deben ser ajusticiadas. Solo hay víctimas a las que ella aplica el bisturí con dedicación, como una tarea que ella misma se ha impuesto y para eso prefiere el chocolate.
Muchas gracias por leerlo y por el comentario.
¡Vaya vecindario¡ Incluyendo a la cocinera, jeje. Hombre, un poco radical la tía aunque llorara con el delantal. Estas cosas espero que no pasen mucho, a mí que no me inviten a pastel que también puedo ser sospechosa de algo.
Un abrazo.
Jajaja. Tienes razón, muy radical, pero la cosa se está poniendo… Ella se erige en juez por su propia cuenta y aunque por supuesto no esté justificado…
Mejor no probar un pastel de alguna vecina sospechosa.
Un saludo y gracias por leerlo.
Uff, retrato escrito de una mujer dulce asesina. Está muy bien escrito, y además la protagonista tiene suerte de tener esos vecinos. Creo que es una buena solución al retrato del mes. Suerte al final.
Gracias por el comentario Ximens. Ya te dije en tu micro que me encantó el tuyo: bien escrito, socarrón y divertidísimo.
Nos seguimos leyendo. Gracias por pasarte.
Bueno rapás. Nunca se sabe de que huerto cogemos las fresas para el huerto ¿o a veces sí?. Sea como fuere, felicidades por tu justiciera repostera, aunque tal como va el país (ese que mirais desde la lejanía) lo mejor va a ser que monte una franquicia.
Entiendo con la propuesta que sigues en la cresta.
Suerte y una perta.
Esta vez he querido ponerle palabras al corto que tan audazmente interpretó Claudia.
Creo que no ha quedado mal. Me alegra que te guste. Aunque este mes presiento que la cosa está muy pero que muy cara.
Un abrazo lejano
Dosificas muy bien esa pizca de mala leche que forma parte de la receta de un buen microcuento. La receta de los dulces creo que resume bien la idea: ingredientes convencionales entre los que introduces, como algo normal, el veneno. El horror de lo cotidiano, en el vecindario y en la propia protagonista, tan hacendosa, tan normalita y tan perversa. Como todos. Como la vida misma. Un abrazo, Félix.