FEB120. PASANTES DE ARTE, de Marta López Cuartero
El aprendiz de un reputado retratista sevillano fue el seleccionado para llevarlo a cabo. Tomó la paleta de óleos y sentado en el taburete comenzó a pintar el lienzo. Un retrato del escritor pero en su vejez, con cuarenta años más, ese era el encargo.
Tras varias semanas de arduo esmero, trazando y matizando los rasgos más potentes de su aún joven modelo, la obra quedó completada.
El escritor expuso la obra artística en el gran salón y para su asombro las muestras de respeto de familiares y amigos aumentaron desmesuradamente. Recibía visitas como si de un reconocido escritor con un inmenso legado literario se tratase. Llegó incluso a ser reverenciado por parte de los recién llegados y adulado por una obra que todavía estaba por llegar.
El carisma personal tan bien esbozado, el goce del triunfo; le había hecho olvidar cuál era en realidad su arte.
Qué curioso que lo retrate de viejo, como un hombre exitoso, sin haber experimentado los fracasos que nos curten. A veces tenemos demasiada prisa por destacar, y eso nos pierde. Suerte. Un saludo.
Montaña, gracias, y muchas por buscarme y comentarlo. Un besazo fuerte.
Ana, ¡por desgracia a veces ocurre! Gracias por comentarlo. Un abrazo.