FEB169. REGRESO NOCTURNO, de Óscar Quijada Reyes
Cada noche de fin de semana, Carmelo volvía a altas horas de la noche y pretendía que sus padres no percibieran su tardío regreso. La casa, que era una herencia familiar, no era inmensa, mas si confortable y muy bien adornada. Solo un detalle no armonizaba en la sala principal: en la pequeña pared situada a la izquierda de la puerta de acceso estaba centrado un gigantesco retrato con una figura desconocida. Carmelo procuraba ignorar el cuadro cuando ingresaba a la cómoda morada. Solo algunas veces era pillado por su padre.
– ¿Cuántas veces he repetido que éstas no son horas de regresar a tu hogar? ¿Acaso es un secreto lo peligroso que se ha tornado el vecindario? –le reprendía el señor Alberto.
–Lo sé papi, la próxima estaré aquí más temprano –contestaba el joven de 18 años.
–La próxima me las arreglaré para que no salgas.
Sin embargo, Carmelo continuó con sus escapadas de fin de semana y extremó las medidas para que su entrada pasara desapercibida. En ocasiones pensaba: “nadie notó mi regreso”, pero recordaba los ojos del retrato que parecían fijos en él, por muy silenciosos que fueran sus pasos.
Buena obra,, Oscar Quijada