FEB76. LOS ÚLTIMOS DÍAS DE GOYA, de Jesús Lozano López
– Entonces ¿qué demonios es lo que quiere?
– Desearía un retrato, pero que le salga bien egregio -respondió el conde de Osuna altivo como una aceituna-.
– Eh, ¿un trato bien de precio?
– A ver, que lo que quiero es un retrato ecuestre.
– ¿Cuestre lo que cuestre? Entonces hay trato.
– No, trato no, retrato, ¡pardiez!
– ¿Cómo? ¿Diez retratos? -inquirió Don Francisco ajustándose la trompetilla-.
– Un RE-TRA-TO, ¡caray!
– ¡Sin trato previo, imposible!
– Pues sea, trato y retrato.
– Osease, tres tratos.
– Por algo me recomendaban al tal Delacroix. Cochero, dispón la calesa, pues partimos hacia París. ¡Que a este Goya se le ha ido la olla!
Pues esa aceituna sería de la copa del árbol, o qué?
Me gusto el relato, y de lo dicho no me retracto, ea.
Diálogo entre besugos, me encanta. Me recuerda este diálogo a La venganza de don Mendo ¡vive dios! ¡Y yo no fui, fue el maldito cariñena que se apoderó de mí!
Un abrazo. Y un brindis, Jesús.
Pufff me recuerda a mis recientes conversaciones con la compañía telefonica en el absurdo intento de solucionar un problema de conexión. Como dice Susana auténtico diálogo entre besugos. Armonioso, rítmico y literario.
Jesús, muy ingenioso y divertido. Pobre Goya era más sordo que una… Enhorabuena me lo pasé bien leyéndolo, Sotirios.