FEB78. MALAS ARTES, de Nicolás Jarque Alegre
«Jonás no sé que… o Ramona Wartroki, ¿qué nombres son esos por Dios?» se quejaba el director del certamen en la galería vacía donde estaban expuestos los autorretratos que optaban al premio que él mismo convocaba. Con sonrisa siniestra cambió la urna que recogía el voto popular de los visitantes por la que portaba y se marchó con el juicio legítimo entre sus manos. Con las luces ya apagadas fue la creación más vanguardista la que alzó la voz: «¡Qué triste! ¿Vamos a permitir que este tipejo se salga con la suya?». Y entonces se inició un debate acalorado entre las decenas de creaciones, en el que las obras de los más grandes guardaban silencio a sabiendas que estaban en el centro de la polémica. La algarabía se prolongó horas y finalizó con la determinación de actuar de la única forma posible.
A la mañana siguiente, el mundo cultural que esperaba el veredicto del prestigioso galardón se debatía entre creer en las cacofonías ofrecidas por el programa de lo paranormal o censurarlas. Como es lógico, esta polémica empañó el inexplicable fallo, que como en otras ocasiones recayó en un pintor reconocido, y fue el principio del fin del prestigioso concurso.
Muy originales esos retratos parlantes que se lanzan a hacer justicia, el concurso acabó como merecía.
Original historia, me ha gustado.
Suerte.
Original e irónico, sí señor. Muy divertido y muy ocurrente lo de las cacofonías.
Saludos.
Divertido laberinto.
Un abrazo
Divertido laberinto.
Un abrazo
lo de las cacofonías, muy bien, le da interés al concurso.
Besos
Así se explicarían muchas cosas… Eso de las cacofonías dejaría muchas cosas claras.
Un beso Nicolás.
Supongo que querías decir psicofonías, Nicolas. Un saludo
Si supiéramos todo lo que se esconde en los concursos… Mejor vivir felices y ajenos a los contubernios.
Un abrazo, Nicolás.