FEB99. UNA DE ESAS CARAS, de Sergio Raposo Diégue
Aquel día me encontraba dando un paseo por el recientemente renovado parque de la ciudad, el aire transportaba un agradable aroma a césped recién cortado y el sol parecía llenar de vitalidad todo el lugar. Había hecho bien en seguir la recomendación del doctor sobre tomar frecuentes paseos, el clima estaba sentando bien a las recientes cicatrices de la operación y a mi agotado ánimo de convaleciente.
Al pasar junto a un pequeño jardín vino a mi un olor proveniente de algún tipo de flor que no supe identificar, en ese momento me arrepentí de no haber prestado nunca atención a las flores o haberme molestado en aprender a diferenciarlas… era una de esas cosas de las que te arrepientes cuando te impiden poder disfrutar verdaderamente de algo. Mientras estaba perdido en estos pensamientos oí tras de mi una voz llamando a un tal Hank, me giré cuando noté su mano posándose en mi hombro.
-¡Hank!, ¡Cuanto tiempo!… pareces algo cambiado…
-No… no… -Me disculpé- Se equivoca de persona… debo de tener una de esas caras…
En ese momento recordé las palabras del vendedor de prótesis de cara cuando me advirtió de los posibles inconvenientes de un modelo tan barato.
Una cara corriente, Sergio, tambien a yuda a pasar inadvertido. Suerte y saludos.
Vaya, en las rebajs nos meten gato por liebre.
Besicos muchos.
La idea es buenísima, Sergio. El último párrafo me encanta, es donde se sintetiza todo el argumento. Quizás te has explayado demasiao más arriba, y me quedo con ganas de saber el porqué del cambio de cara. Aunque también es buena idea dejarlo a la imaginación…
Un abrazo.
Gracias por los comentarios, sobretodo a ti, Susana. La verdad es que me anticipé demasiado a presentar el microrrelato, debería haberlo dejado reposar un dia antes de publicarlo para pulirlo un poco y detectar ese tipo de carencias.
Buen microrrelato, me ha gustado el planteamiento que has elegido. Es muy original 🙂