37. Filántropo
La carrera había sido desaforada. Años de trabajo tenaz, reuniones con gente odiosa. Implacable estudio de la competencia, maldades, zancadillas.
No pudo despedir a mamá. A papá, lo destruyó. Sacrificios, renuncias…
La boda de los hermanos no era sitio para él. Ya habría tiempo de compensar. Sobrinos idiotas, amigos extenuados.
Más dinero de lo que podría gastar en cien vidas.
Sobornos, pactos.
Cinco matrimonios. Cinco hijos que no conocía. Alguno más por ahí.
Alcohol, drogas y muy poco rock and roll. Las bellas artes, una mercancía más.
Y al final, la soledad en la cumbre.
En su jaula de oro el anciano observa el juguete y reflexiona en silencio. Un lacayo limpia su aura mientras recita mantras. Le desafío en silencio. Una lágrima gruesa desborda el ojo cansado.
La última certeza irrumpe demoledora. El precio ya ha sido pagado.
“Un ciudadano ejemplar”, rotulan en su epitafio.
Y tanto poder en la soledad, y tanto dinero para qué? parece que al final llora solo su despedida. El dinero ha vencido sobre la vida de este ciudadano no tan ejemplar. Suerte con el relato Susana
Muchas gracias, Manuel. Si, es una especie de ciudadano Kane.
Todo tiene un precio, el de alcanzar una posición elevada y una alta estimación social puede ser muy grande. De cara a la galería el éxito a veces es solo una fachada que oculta miserias y una soledad enorme. De qué sirve el dinero si no se tiene con quién disfrutarlo de forma sincera, no interesada por quienes le rodean.
Un relato sobre un supuesto «ciudadano ejemplar» y una vida equivocada y estéril.
Un saludo y suerte, Susana
Muchas gracias, Ángel. Sin duda, una vida malgastada.
Pobre tu protagonista, tan rico y envuelto en la soledad más absoluta.¡ A veces se equivoca uno de camino y se da cuenta cuando ya es tarde para retroceder!
Muchas gracias, Gloria. Efectivamente, no hay vuelta atrás.
Tu relato es el ejemplo de persona rica que siempre desea más y todos sabemos que estando tan ocupado amasando dinero y poder, la soledad le acompaña durante mucho tiempo de su vida. Esta soledad es más segura y más fácil de conseguir cuando la persona es un indigente que no tiene absolutamente nada que ofrecer. Sin embargo hay otra mucha gente, que estando bien acompañada, buscan y necesitan estar completamente solos. En fin, que será mejor hablar de «soledades». Has hecho reflexionar.
Nos leemos
Muchas gracias, Isabel. Es que, a veces, hay que renunciar a ciertas cosas para conseguir otras… Tal vez, quién sabe.