80. Filias
Tenía 16 años cuando juró que si su abuela sobrevivía, no volvería a masturbarse. Candela cumplió su promesa con vocación durante todo el mes de febrero. Un largo paseo en bici y revivir las palabras de la Madre Antonia conseguían solazar su mente.
Así prosiguió hasta que yo, el más popular del instituto según sus allegadas, comencé a interesarme por ella. Sus periplos a dos ruedas se prolongaron y decidió llevar siempre una foto de la religiosa en el bolsillo trasero de sus pantalones. Una gélida segunda epidermis que buscaba únicamente disuadirme. Pero ninguna templaza fue suficiente cuando se trataba de mitigar el latigazo del bajo vientre y aquel pálpito continuo que erizaba nuestra piel. Jamás pudo perdonarse que la noche que finalmente sucumbió al deseo, el corazón de su abuela se detuviera.
«¿Duermes?». Ahora soy su marido y buceo entre sus muslos semiapretados para poseerla. Candela intenta zafarse aleteando pestañas somnolientas de negra apatía. Sé que sus pupilas procuran evocar algún recuerdo que desempolve el deseo de entonces. Yace rígida. “¡Ay, Candela! Pobrecito Drako, cada día más enfermo”. Enveneno su oído. Y ella musita un juramento inaudible contra la almohada que poco a poco ha de tornarse en gemido.
Desde la sensualdidad has armado una original historia.
Mucha suerte, Xenia
Muchas gracias, Mª Jesús. Al final creo que me quedó una historia un poco enrevesada, mitad sensual mitad terrorífica 🙂
Un abrazo.
Menudo canalla el maridito de la pobre y atormentada Candela.
Es precioso cómo lo cuentas Xenia.
Mucha suerte,
Ton.
Sí que es un poco canalla, Ton. O se aprovecha de las debilidades de su mujer para su propio placer. Una muestra de egoismo un tanto exagerada, pero no poco habitual, lamentablemente.
Un abrazo y gracias por tus palabras.
Xenia, bonita forma de plantear esta historia. Suerte y saludos
A ver qué tal, Calamanda. No ando yo muy convencida con el resultado, pero solo se aprende a escribir escribiendo 🙂
Muchas gracias y feliz verano.
Me gusta el relato, original y bien llevado.
Feliz verano.
¡Gracias, María! Feliz verano a ti también. Saludos.
Xenia, truculento personaje nos traes. Me deja el relato las ganas de que ella cambie y vea las cosas claras para enviarlo a pasturar.
Enhorabuena y abrazos.
En esto del amor a cada uno le da por una cosa. Y en cuestiones amatorias, ya el abanico se abre a infinitas posibilidades. La verdad es que el personaje tiene lo suyo, sí 🙂
Gracias por comentar, Javier. Buen verano.
Un relato que roza el erotismo, una protagonista que sucumbe al placer a pesar de las consecuencias. Un marido aprovechado de su debilidad.
Buen relato, diferente propuesta para este mes.
Suerte Xenia.
Muchas gracias por comentar, M Belén. Las tentaciones a veces nos dominan. Y siempre hay alguien que puede aprovecharse de nuestras debilidades. Quien mejor las conoce duerme -a menudo- a nuestro lado.
Un abrazo.
Me encanta el erotismo y la fuerza del principio del relato, la primera frase es redonda. Pero al final me pierdo y no me queda muy claro que papel desempeña el marido: ¿es la personificación de la tentación?
Bueno, con esto de los finales abiertos y la complicidad del lector a la hora de interpretar el sentido de un micro, ya no me atrevo a dar la mía 😉
Realmente la historia se me fue un poco de las manos tras el conflicto. Candela quería mantener su promesa. Y casi lo consigue de no ser por él. Como bien dices, la personificación de la tentación.
Cuando ya no es novio sino marido, y las tentaciones pasan a un segundo plano, alimenta la filia esbozada al inicio para reavivar el deseo sexual. ¡Ahora no sé si te he aclarado algo o he hecho que te pierdas definitivamente!
Muchas gracias por comentar, Reve.
¡Gracias, Ana!
Feliz verano.