37. FLOR DE AZAFRÁN (Mercedes Marín del Valle)
Traía un libro para mí, lo encontró en el desván de la casa que íbamos a compartir.
El olor a humedad delataba su antigüedad, por lo demás, estaba intacto. Dentro había una fotografía. Ver aquella pareja posando sonriente, me sumió en un estado emocional desconocido. Me volví transparente e incorpórea.
Una chica de ojos oblicuos se acercó hasta nuestra mesa, llevaba una flor morada de largos estambres anaranjados prendida en su pelo. Acercó la sopera de porcelana y levantó la tapadera. El aroma del apio y del perejil atrapado en pequeñas micelas de oliva se abrió paso entre las lentejas.
La chica cortó un estambre de la flor que llevaba en su pelo y lo dejó caer con suavidad. Cuando llegó al centro, formó un círculo coloreado e hipnótico que se reflejó en mis pupilas y me devolvió mi esencia.
— ¡Somos nosotros, en aquel restaurante de Santo Domingo!
— ¿Cuándo hemos estado nosotros en Santo Domingo?
— ¡No ahora! ¡No en esta vida!
Me miró confuso, preocupado por mí. Pero yo estaba completamente segura de que era la segunda vez que me traía ese libro y paradójicamente, la segunda vez que comíamos, por primera vez, sopa de lentejas y verduras al azafrán.
A no ser que estén trucadas, las fotografías no mienten, reflejan un momento exacto, concreto y preciso. Una mente racional tal vez no pueda admitir que bajo el envoltorio orgánico que nos sustenta hay algo más, un espíritu, esencia o como queramos llamarla, que trasciende lo material e incluso el tiempo, que tal vez adquiere diferentes formas en distintas etapas.
La imagen que aparece en esta historia se une a la intuición de sus personajes, para confirmar que estuvieron juntos en otro tiempo, con todo lo que ello significa, como que si permanecen unidos es que están hechos el uno para el otro, que las circunstancias son favorables a que el milagro vuelva a repetirse.
Una mente racional, insisto, no aceptaría ninguno de esos planteamientos, pero sabemos que hay muchas facetas de la realidad, e incluso otras realidades, que escapan del raciocinio. Para recrearlo lo que se siente como cierto pero es difícil de explicar tenemos la intuición, la fantasía, una fotografía y un relato imaginativo como éste.
Un abrazo y suerte, Mercedes
Hola Ángel, la verdad es que no, que las fotografías no mienten, porque si uno se fija bien, se puede ver si la sonrisa es algo fingida o si los ojos están tristes, o, sin en lugar de estar mirando a la persona que te sonríe, se está mirando al infinito, perdido en sus pensamientos. Hay gestos, que en un conjunto de ellos, no se aprecian, porque suceden demasiado rápido o simplemente porque no nos estamos fijando continuamente en nuestro interlocutor (sería agotador), por eso, una fotografía, además de llevarnos a un momento puntual, puede darnos otras informaciones que quedaron atrapadas en aquel instante.
Un abrazo Ángel. Ya sabes que te deseo un feliz verano y muchos éxitos con tus escritos.
Una historia circular, con aromas e imágenes muy bien definidas, que recrean un universo alternativo donde la protagonista ya vivido esa experiencia. Muy original ese efecto boomerang de tu fotografía.
Mucha suerte, Mercedes.
Hola Paloma… y eso que las lentejas no son mi fuerte jajaja, pero mira, después de imaginarme a esa chica, que llena de sensualidad, toma un estambre de la flor que la adorna y la deja caer sobre la sopa, como si fuera lo más hermoso que ha hecho en su vida… eso ya le da al plato un caché especial.
Muchas gracias Paloma, por venir y dejarte envolver en las micelas de oliva.
Te deseo mucha suerte y éxitos, además de un bonito verano. Un abrazo Mediterráneo.
Hola, Mercedes.
Una propuesta interesante a la par que escrita con la calidad a la que nos tienes acostumbrados.
Una fotografía encontrada dentro de un libro antiguo podría ser el inicio de una gran novela. La historia engancha desde el principio hasta el final. Enhorabuena.
Espero que todo te vaya fenomenal, querida compañera. Un abrazo muy sano.
Un relato que se disfruta por la forma en que está escrito y por las sensaciones que transmite, donde se puede oler el azafrán y lo fantástico resulta absolutamente creíble.
Enhorabuena, Mercedes.
Hola Barceló. Un placer como siempre. Antes de empezar esta novela con sabor a flor de azafrán, deberás leer la anterior (El año de las decepciones), sobre todo para que me des tu opinión. Gracias a ti por venir a visitarme a través de los escritos.
Te deseo un verano lleno de felices aventuras sean o no de ciencia ficción. Disfruta del momento y que sigas componiendo extraordinarios relatos. Un abrazo.
Hola Jorge, hay muchas personas que no creen en estas cosas, otras vidas y tal. ¿A ti no te ha sucedido nunca que cuando escuchas una melodía de otro tiempo, lejano a veces, o ves una película, o sabes algo de la historia de un lugar que desconocías, de pronto te parece como si tú ya conocieras todo aquello, como si hubieses vivido allí tu propia vida?
Pues si nunca te ha pasado o no lo habías pensado, ahora puedes empezar a analizar que sientes ante ciertas cosas que, en teoría, no te pertenecen porque no se corresponden con la vida que ahora tienes.
Jajaja, que lío¿verdad? pero seguro que me has entendido muy bien.
Abrazos Jorge. Feliz tarde y feliz verano.
Por supuesto que te he entendido muy bien. Nunca me ha pasado nada parecido a ese déjà-vu o déjà vécu, pero estaré atento a lo que me sugieres. Suena apasionante. Lo que si me ha sorprendido varias veces no ha sido relacionado con el pasado sino con el futuro: el desear intensamente algo y sin hacer yo nada por lograrlo, terminar obteniéndolo. Algunos le llamarán suerte, yo siento que la intensidad del deseo bien pudo haber jugado su papel.
Abrazos y feliz verano para ti, Mercedes, que a mí lo que me toca ahora es el invierno.
Aprovecho para decirte que he publicado una novela, porque yo, en cuanto tengo la ocasión soy un poco «UMBRALINA». Se titula El año de las decepciones, pero en el sentido ese que todos sabemos que algunos días, los hechos, las personas… nos provocan esa tristeza o melaconlía que determina que podamos sentirnos decepcionados…
No sabes cuánto te agradezco tu visita y tu comentario. Esto insufla vida a la pluma para seguir moviéndola por el papel.
Reitero el abrazo de verano y besos Juan.