41. FLORES y LETRAS (Blanca Oteiza)
Nerviosa acude el primer día de clase junto a sus compañeros en este viaje emocionante que le brinda el destino, un horizonte nuevo lleno de palabras. El comienzo es de mucho esfuerzo, pero el progreso en la materia le anima cada mañana a levantarse feliz. Discurren las semanas y ya se atreve a leer los cuentos de su nieta, son palabras fáciles y con ilustraciones bonitas y sobre todo la sonrisa de ésta hacen que practique cada tarde. El trabajo final del curso es escribir una carta a un ser querido, ella piensa en su marido. Con mano temblorosa va uniendo las frases, dando vida a su historia y sus sentimientos. Satisfecha por haber conseguido el diploma, no sólo por el papel que enmarcará en el comedor de su hogar, sino por el orgullo de ser capaz de entender todas esas historias narradas en libros y revistas y por poder escribir sus pensamientos y vivencias. Con casi un siglo sobre sus piernas, camina por el césped cuidado. Tras depositar un colorido ramo de flores, saca la carta y la lee en voz alta esperando que él pueda escucharla desde las nubes que adornan el cielo de la tarde.
Para quienes aprendimos a leer en la infancia resulta difícil imaginar cómo debe ser conseguir hacerlo en la edad adulta, o más aún, rozando el siglo.
Yo me recuerdo leyendo los rótulos de las tiendas por la calle, sorprendida de que esos dibujos, al unirlos, significaran cosas. Algo así debe sentir tu protagonista, agrandado por el tiempo que ha esperado para conseguir hacerlo. Algo que significa tanto para ella que acude a compartir esa emoción, esa meta alcanzada, con su marido ausente.
Precioso, Blanca.
Suerte.
Muchas gracias Rosalía por tu comentario.
Cierto que los que sabemos leer y escribir desde nuestra infancia no somos conscientes de todas esas personas que no lo han logrado o ha sido ya de mayores, pues a veces no todos tenemos las mismas oportunidades, ni nos toca vivir los mismos tiempos.
Un saludo
Seguro que tu protagonista, a lo largo de su dilatada existencia, ha tenido oportunidad de verbalizar bien sus sentimientos, pero por circunstancias no tuvo ocasión de expresar en papel sus vivencias. Es cierto que nunca es tarde. El esfuerzo bien se compensa con el resultado, sobre todo con esa carta.
Un canto a la superación y a las letras.
Un abrazo y suerte, Blanca
Muchas gracias Ángel por tus palabras.
A veces la vida te da la oportunidad tras varios años esperando, pero aunque sea tarde, lo bonito es no dejar escapar esas oportunidades que nos brinda.
Un abrazo
Blanca, quë bonito regalo le lleva a la tumba del marido: flores y una carta. Si a esto le añadimos el esfuerzo para lo segundo podemos entender mejor la importancia del regalo.
Un relato agradable, a pesar de la carencia de la protagonista, de amor, de superación y positivo.
Abrazos, Blanca
Muchas gracias Pilar por tus palabras. Me encanta que te haya gustado mi relato.
Un abrazo
Un relato que te da un pellizquito de felicidad al leerlo, tierno y contado con mucha dulzura.
Un abrazo, Blanca
Muchas gracias María por comentar. Me alegro que te haya gustado.
Un abrazo
Emociona y enternece esa abuela leyendo en voz alta esa carta a su esposo ya fallecido, porque ahora puede hacerlo, y habiendo tenido el mejor y mayor de los estímoulos para aprender a leer: la sonrisa de su nieta.
Unas flores y unas letras muy hermosas las tuyas, Blanca.
Besos😘😘😇😇
Muchas gracias Mariángeles por tus bellas palabras. Me alegra que te haya gustado mi relato.
Un abrazo
La imagen de la lectura de la carta es entrañable. Buen relato, suerte Blanca
Muchas gracias Manuel por tu comentario.
Me alegro que te haya gustado.
Un abrazo
Una historia tierna, llena de amor, esfuerzo y superación, que aunque llega un poco tarde, la comparte con su marido, aunque ya no esté, depositándola sobre su tumba junto a unas hermosas flores. Hermoso micro, Blanca. Un fuerte abrazo
Muchas gracias Gloria por tu comentario. Me alegra que te haya gustado.
Un abrazo