68. Fobias (Anna López)
Tengo que confesar que estudié psicología por mi familia. Quería curarlos. A todos. Y es que mi familia sufre uno de los trastornos más incapacitantes que existen: las fobias.
Como tengo una familia extensa, nunca me faltó material de estudio y en cuanto aprendí cuatro cosas sobre terapia conductual las apliqué sin miramientos entre mis hermanos y primos.
Los ejercicios de exposición controlada me dieron buen resultado con las aversiones más clásicas: arañas, ascensores,… La fobia al contacto social de mi tía Elvira requirió de un análisis cognitivo profundo y una pequeña dosis de ansiolíticos. Pero ahora lleva una vida casi normal y hasta se ha echado un novio agorafóbico.
Pero con mi padre no he obtenido ningún resultado. Sus fobias están muy enraizadas; tal vez por la edad o porque no confía en la psicología (aunque el terapeuta sea su hijo), pero lo cierto es que solo he cosechado un fracaso tras otro. Por este motivo, y aunque está totalmente desaconsejada en estos casos, he decidido aplicar una terapia de choque: esta noche he invitado a cenar a mi novio.
Sí, ya sé que es una locura: Rashid encarna todo lo que mi padre odia… O teme.