83. Formas de mantener la compostura (Miguel Ibáñez)
Antes de que la muerte se pueda filtrar por cualquiera de las palabras que van después del siguiente punto, diremos, que si bien nuestro protagonista está postrado en la cama de un hospital, sin poder respirar, y alumbrado por una luz amarillenta y cruel, no es esta una historia de pérdida. Porque de recordar están hechas las formas más ciertas de vivir. Y a eso se dedica este hombre, si está consciente, poniendo todo su empeño en las tardes que pasaba con María en la bodega de sus tíos cuando iba por las fiestas, de joven; en unos pechos blancos, un olor, una manera de gemir, como la de un ratoncito, el ruido de pies descalzos corriendo hacia la cama, llevándole desnudez y un cuerpo recién duchado. Cierra los ojos, justo cuando la visitas se van, como en trance, sin que nada pueda distraerlo de su tarea, ni siquiera ese bip tan molesto y constante de la máquina, y aunque no siempre lo consigue, el revoltijo de recuerdos que le golpea corriéndole por la sangre, levanta a veces su ánimo, lo justo para mantener la dignidad, mientras la enfermera le cambia la sonda.
Qué preciosidad, Miguel. Gracias por compartirlo, es toda una lección de vida y literatura.
Sentirse impedido, hasta el punto de depender de otras personas hasta para lo más básico, ha de ser vergonzoso, solo quien ha de pasar por ese trance es capaz de sentirlo en toda su magnitud, pero seguro que pocos sabrían expresarlo como tú, a pesar de no encontrarte (por fortuna y que nunca suceda) en esa situación. Has sabido imprimir a tu protagonista, además, toda la dignidad posible para intentar sobrellevarlo, motivado por sus mejores recuerdos.
Un relato que, sin ser alegre, porque la realidad que describe no puede serlo, es un canto a no dejarse abandonar, a mantener el pundonor ante lo inevitable.
Un abrazo y suerte, Miguel
Literatura en estado puro, Mike.
Tu personalísima forma de narrar atrapa, hace que nos metamos dentro del cuerpo del protagonista, y deseemos que esa dignidad salga a flote.
Una historia con fondo triste pero que en la superficie tiene otra historia de amor propio que tiene su bis cómica. ¿Cómo lo haces? Da igual. Sigue escribiendo.
A ver si te prodigas más.
Un abrazo.