14. Freaks?
Ciega de un ojo, la Luna observa la Tierra desde lejos. Tanto que le parece ver a un enano. En realidad, grande o pequeño, da igual: es un ser humano. Y está enamorado. El Amor, un bello sentimiento, que parece no serle correspondido. Por Ella, de distinta talla, quien se siente alta y bella, demasiado para él. Un ser insignificante.
No entiende cómo Ella, hermosa y tan perfecta, ha ido a parar a ese rincón, lleno de seres feos, deformes, extrañas criaturas…
Algunos parecen cadáveres vivientes, otros entes indeterminados, a medio hacer, y el resto meras atrocidades salidas de experimentos fallidos de laboratorio, que después fueron desechados. Algo falló en la Naturaleza cuando esos freaks vieron la luz. Pero todos se unieron en un grupo único e irrepetible. Compartiendo sus imperfecciones y recursos, convirtiéndolos con ingenio en habilidades, útiles para su convivencia.
Ella sigue sin entender que su belleza no sirve en ese mundo. Y se aleja de los monstruos.
Pero entonces se siente sola y desgraciada.
Y la Luna deja caer lo que le molestaba en el ojo, haciendo que el Cielo llore y truene sobre esa hermosa solitaria; quien llora también por una belleza no entendida.
El Amor (que siempre debería escribirse con mayúsculas) puede tocar a cualquiera, nadie está exento de su singular infección, tampoco los monstruos. Uno de ellos puede verse atraído sin remedio por un ser de gran belleza. Alguien capaz de amar no puede ser tan repelente. Ella se considera distinta, no quiere mezclarse con ellos, pese a que reconoce que saben organizarse y nunca están solos, algo que envidia, porque ella sí lo está.
La luna es testigo de esta relación imposible; su propio llanto confundido con fenómenos atmosféricos se une a las lágrimas de tristeza de esa belleza solitaria, condenada por su orgullo a vivir en una torre de marfil.
Un relato lleno de simbolismo y sensibilidad, sobre la tiranía de las apariencias y la realidad de los sentimientos.
Un abrazo y suerte, Esperanza