40. FUGACIDAD (Cristina Requejo)
Flotar controlando nuestra propia trayectoria, gravedad cero, libertad de espacio y movimiento. Volábamos.
Fue un regalo perfecto. Ni el viaje a Bali, ni el anillo de diamantes, habían superado la emoción que viví en aquel simulador.
Tras la experiencia, salimos a cenar. Después, follamos. Fingí dos orgasmos. Dos. Uno no bastaba para ocultar mi falta de deseo. «Fingir» es un verbo que conjugo desde hace varios años, contigo, con tu familia, en el trabajo. Me levanté; necesitaba salir del agujero negro en el que se había convertido nuestra cama. Tú, dormías. Yo ya no volaba.
En el baño, frente al espejo, la realidad que vi en la constelación de pecas de mi cara, me avergonzó. Me sentí una traidora ante la evidencia de que mi vida, nuestra vida, transcurría dentro de otro simulador, a años luz de Pléyades y nebulosas, y cerca, muy cerca de la mediocridad.
Una realidad seguro que más cotidiana de lo que pueda parecer.
Me ha gustado muchísimo tu relato. Te deseo buenos augurios.
Un abrazo.
Pues sí, Virtudes; una realidad de tantas. Las hay mejores, sin duda.
Gracias por tus palabras y un abrazo.
Que triste hacer un viaje hacia dentro y sentir el vértigo de la soledad compartida. Enlazo tu relato con el mio y repito:
Que no te engañen aquellos que dicen que hemos venido a este mundo a sufrir y a conformarnos.
Muy bien escrito ese relato Cristina, me ha gustado mucho. Feliz vida.
La soledad compartida… Esa es la peor, pienso.
La vida tiene sus cosas, pero siempre ofrece una cara amable. Cada uno decide con cuál se queda.
Yo no creo que el mundo sea un valle de lágrimas. Y de conformarse, sólo cuando se está muy a gustito 😉
Gracias y un abrazo.
La vida está llena de falsedad y fingimiento. Y lo peor es que pretendemos engañarnos a nosotros mismos… Gran reflexión, Cristina. Suerte y un abrazo.
El autoengaño es nuestro peor enemigo, pero bueno, hay a quien le sirve para ir tirando.
Gracias por pasarte, María José.
Abrazo.
Simulación, una palabra que resume tantas actitudes al cabo de una jornada, a veces inconscientes. No hace falta viajar al espacio para encontrarla, flota alrededor y vive en nosotros mismos. Bendita sinceridad, donde estará a veces, en alguna galaxia lejana, seguro. Un relato lleno de fuerza y distancia, contado con un pulso narrativo que sacude al lector.
Un abrazo, Cristina. Suerte
A veces no queda otra que hacer uso -que no abuso- de cierta simulación. La impostura, de todos modos, sale muy cara a posteriori, aunque no lo parezca 😉
Gracias una vez más, Ángel. Un abrazo de vuelta.
Un simulador muy bien conjugado por partida doble. Y desde el viaje a las estrellas el batacazo del regreso a la mediocridad es más duro aún. Me ha encantado, Cristina. Muy original y estupendamente escrito. Besos y suerte.
Me alegra que te haya gustado, Belén.
Mil gracias por tus generosas palabras.
Pues yo he conjugado el verbo «placer» desde la primera línea, Cristina.
Un abrazo
Ese sí que es un buen verbo, Margarita 😉
Gracias y un beso.
Tus relatos suelen tener una profundidad de esas a las que no se llega caminando, sino a las que te ves impelido por la fuerza y aún al acabar el relato tienes la sensación de que aún queda para tocar el suelo. Me parece un relato muy bueno. Y ensamblarlo además con la consigna un filigrana. Yo lo veo muy arriba. Mucha suerte 🙂
Pues no sé qué decir, Juan Antonio. Siempre muestras una generosidad en tus comentarios que me deja sin palabras.
Gracias y abrazos interestelares, compañero 🙂
Los viajes hacia dentro son los peores o los mejores, depende; aunque no para tu protagonista.
El simulador en el que vive… por cierto, se lo ha montado ella; no es que sea fácil pero se gana poder mirarse al espejo y reconocerse y sonreírse y sentirse guapa.
Suerte para tu prota, tu no la necesitas.
Así es, Luisa, ella se ha montado su particular simulador…
Gracias por pasarte, y pararte.
Un abrazo.
La mediocridad es el peor estado en el que uno puede vivir. Fingir, quizás, el peor verbo.
Pero la esencia de tu relato no tiene ninguna de estas dos palabras. Una simulación muy bien conseguida y una historia que seguro que llega a la Pléyades.
Un abrazo Cristina.
PD: sobra esa «la» última. Estás prisas…
Gracias por tus palabras, María Belén, incluido ese ‘la’ de las prisas, jaja.
Un abrazo 😉
Vivir en un gran simulador. Vivir como si… cuando no.
Una historia redonda para reflejar esa contradicción.
Me ha parecido una historia muy bien armada.
¡Suerte!
Me ha gustado eso de ‘Vivir como si… cuando no’. Y me han gustado tus palabras, Patricia.
Gracias por leer, y comentar.
Un beso no simulado, compañera.
Es un relato redondo, Cristina. No creo que necesites mucha suerte con él, pero aún así te la deseo.
Muchas gracias, Eva. La suerte nunca está de más ( la buena, claro), así que, me la guardo.
Gracias por tus palabras.
Aprovecho para decirte que me gustó haberte conocido, aunque hayamos podido charlar poco. Habrá más ocasiones, seguro.
Así lo espero 😉
Un viaje al desencanto y a la desdicha que requiere de la valentía de una cuenta atrás y despegar en busca de la felicidad. Muy bueno, Cristina. Abrazos y mucha suerte.
Valentía y felicidad , dos palabras que, sin saber por qué, suelen aparecer unidas a menudo…
Gracias por pasarte, Salvador.
Un abrazo.
Un relato con mucha fuerza, muy de verdad y tratado a bocajarro. Ahora que ha experimentado tu protagonista la sensación de libertad, no tardará mucho en aprender a volar. Sola. Me ha gustado mucho, Cristina. Felicidades y un saludo.
Me alegran tus palabras, Matrioska.
Gracias y un abrazo.
Hola, Cristina.
Qué lástima y qué habitual resulta, más de lo que deberíamos permitir.
Solo se vive una vez y si hay que pegar un corte a lo que no marcha, mejor hacerlo cuanto antes.
Besos y suerte, guapísima.
Pues sí, Towanda, mejor viviríamos con un buen corte a tiempo. O a destiempo 😉
Gracias por pasarte, y un beso.
Que grande Cristina, ese simulador abarca muchas realidades.
Me ha gustado mucho, y esa «constelación de pecas» me rechifla.
No te hace falta suerte.
Un beso admirado.
Me alegra que te haya gustado, Yolanda.
Gracias y constelación de abrazos 🙂
Hay que tener cuidado con esos agujeros negros existenciales que se tragan la luz de nuestras vidas.
Has creado una bonita metáfora, Cristina. Mis felicitaciones.
Por lo general, pienso que esos agujeros negros son evitables, aunque cuando nos encontramos ante ellos, creamos que no.
Gracias por venir, leer, y decir, Carles.
Un abrazo.
Cristina, haces llegar facilmente las sensaciones de tu protagonista, y consigue conmover. Suerte y saludos
Hola, Calamanda. Gracias por leerme y por tus palabras, siempre generosas.
Un abrazo.
Creo que el reconocimiento y la admisión de la realidad insatisfactoria en que vivimos es el primer paso para salir de ella, así que quiero pensar que esa mirada al espejo puede suponer el salto al vacío, hacia otra realidad que no se sabe si será mejor o peor, pero al menos sí diferente. Vivir en la simulación es muy dañino, y tú nos lo has puesto delante con un relato bien armado que enlaza con originalidad con el tema del mes. Besos y suerte.
Vivir en la simulación es dañino y además, tiene que desgastar mucho. Pereza.
Gracias por pasarte, Ana.
Besos de vuelta.
Todavía no he podido leer todos los relatos, pero este es uno de los que más me ha gustado. Enhorabuena Cristina por el equilibrio y certidumbre que le has otorgado a esta historia de la contradicción.
Para mí, entre los FAVORITOS.
Ton.
Ton, mil gracias por pasarte, y por dejarme estas palabras.
Un abrazo 🙂
Me encanta «Tu dormías, yo ya volaba». Creo que con esa frase está todo dicho.
Una síntesis rotunda para la historia que nos cuentas.
Saludos afectuosos, Cristina
Gracias por leerme, María Jesús, y por pararte a comentar.
Un abrazo y que vueles muy alto 😉
Son los peores y mejores viajes, los de la mente. Relato triste pues es una pena desperdiciar el billete único que tenemos. Suerte.
No del todo triste, Javier, pues despierta y ve su realidad. La nada siempre es un buen punto de partida para emprender nuevos viajes 😉
Gracias y un beso.
Excelente forma de enlazar el mundo espacial con e nuestro. Muy bien narrado: desde esos viajes del pasado a este actual sin retorno. Me gusta la importancia que le das a la palabra fingir, en este caso para no hacer daño a la persona con la que ya no vivirá tu protagonistas más aventuras.
No hay nada mejor que mirarse al espejo para darse de bruces con la realidad y comenzar de nuevo.
Me ha encantado tu relato, Cristina. Lo tiene todo. Por cierto, muy acertado el título.
Besos. te seguiré leyendo.
Hola, Pablo, muchas gracias por acercarte a mi relato y comentarlo con tanta generosidad.
‘Fingir’ es un verbo feo, por mucho que se disfrace…
Un abrazo y gracias de nuevo. Será un gusto verte por aquí siempre que quieras.
Me gusta la riqueza que consigues del lenguaje de andar por casa. Cómo juegas con sus significados. Cómo manejas la acción para que el lector disfrute doblemente con la forma y el contenido, con la carga afectiva: simulando, a años luz, constelaciones de pecas o fingiendo orgasmos, sueños y vuelos.
ME GUSTA!!!
Un abrazoooo
Pues a mí me gusta, y mucho, que te haya gustado, Amparo.
Muchas gracias y muchos besos 🙂
Me gusta todo de este relato. Lo bien escrito, lo que dice y las palabras acertadas para llevarnos al mundo espacial de la pecas.
Buenas lunas.
María, me alegran mucho tus palabras, y las agradezco enormemente.
Un beso, compañera 🙂
Además de todo el relato, lo que más me gusta es cómo lo has construido, con esa a separación tan evidente entre el primer párrafo y todo lo demás, cómo nos conduces desde un sentimiento de euforia y sensación de libertad, falsos los dos, los que le gustaría sentir de verdad a tu protagonista, hasta a esa realidad «real» de la que sólo escapa fingiendo porque no se atreve/no puede/no quiere/no sabe cómo salir. La desesperanza contada con años luz.
Suerte y saludos.
Hay realidades que nos encarcelan,Rafa, quizá porque para evitar el dolor que puede suponer el enfrentarse a ellas, preferimos ignorarlas. Pero en nuestro interior, mejor más temprano que tarde, a veces se enciende una luz que nos ayuda a ver. Y a decidir.
Gracias por leerme y por pararte a comentar.
Un beso.
Quise escribir «Más pronto que tarde’, que ‘temprano’ suena a amanecer y a madrugón 😉
Más besos.
Es un gran microrrelato, Cristina, poeta y, ya veo, narradora. Te felicito por tu bien lograda obra, espero que sigan los éxitos. Saludos.
Óscar, muchas gracias por hacer esta parada en mi relato y por la generosidad de tus palabras.
Un abrazo 🙂
Gran micro, Cristina, lleva un par de meses flotando en mi cabeza y hasta ahí puedo leer.
Gracias, Mel.
Un beso muy, muy grande 🙂