17. FUMAR MATA (La Marca Amarilla)
Volvió, y comprobó que la puerta era la misma pero no la cerradura. “Joder ¿Qué ha hecho mi Fernanda?” pensó extrañado. Picó con insistencia al timbre y tardó en abrir un instante que le pareció media vida. Aparecieron, por delante de su mujer y un señor entrado en años, dos jóvenes fuertotes que le resultaron familiares y que nada más verle cerraron de un portazo. Raudo, fue a la comisaría a denunciar la ocupación de su casa “¡Con la Fernanda dentro!” se repetía una y otra vez angustiado.
Cuando la policía se acercó a comprobar el asunto, al portal salieron el ocupa de más edad junto a su mujer, y algo diría a los agentes al oído para que éstos se girasen con mirada incrédula. En ese momento, Fernanda le preguntó:
– ¿Y el tabaco, Manuel, lo compraste?
– Si, claro… – balbuceó el denunciante-. Pero ya he dejado de fumar.
Está bien volver a casa, aparte, está lo del hijo pródigo y demás, pero después de irse sin avisar, con una excusa demasiado gastada, para volver tras un tiempo tan prolongado y sin explicaciones, lo menos que se puede esperar es que nada sea como lo que dejó, comenzando por sus hijos, ya talluditos, además de algún nuevo personaje. Hay una frase que dice que «nunca es tarde», pero no es cierto, hay cosas que, cuando se pierden, ya no se pueden recuperar. El tabaco no solo mata, sino que también cambia vidas y puede hacer los retornos inútiles.
Muy divertido y muy agudo.
Un abrazo, Marca ¡Campeón!
Gracias, Ángel, campeón!!!
Tenemos que ponerle algo de humor a situaciones traumáticas porque si no nos hundimos!!
Un abrazo de vuelta!! 😉