66. GUARACHANDO
Acostumbrada a organizar mientras charla, a maquillarse recogiendo la cocina, a gestionar la agenda mientras reza, a subir mientras baja, en fin, cada día de su vida, aquel viaje inesperado al Caribe que le tocó por sorteo le enseñó otra forma de vida. Una experiencia en la que la eficiencia no era la meta y donde la prisa no te atropella para seguir corriendo hasta caer rendida en una jornada olímpica de objetivos inventados.
Un mundo donde la gente se mueve como las olas, con una suave cadencia de bossa nova, con una respiración profunda y sincera, y de-rro-cha su tiempo, nunca desperdiciado, en una fiesta para los sentidos donde cobra importancia la quietud y el descubrimiento de lo cotidiano. Y es allí donde acuden sus sueños cuando tratan de ganar la batalla al estrés, practicando lo que le enseñaron recién: a guarachar.
Guarachar debe de ser la pócima mágica contra muchos males.
Un saludo
JM
Los cubanos lo saben muy bien, es un antídoto contra su crisis permanente.
Gracias por pasarte, Jota.
Tenemos que aprender a disfrutar de la lentitud. Yo me lo digo cada día. Pero es difícil.
Un saludo.
Un hermoso verbo, guarachear, que viene a ser como andar con guarachas (sandalias), y extenderse con suavidad sobre el asfalto…
Simpatico gerundio y bonita historia. Suerte y saludos
Cari, un tema más que interesante el que planteas, el tiempo es diferente según lo vivimos. Deberíamos permitirnos más momentos para guarachar. El título genial. Un abrazo.
Tras leer tu relato dan ganas de Guarachanar todo lo que se pueda o dejen.
Simpática historia, un beso Cari
Buena técnica un poco de guarachar cuando el estrés nos invada.
Habrá que aprender a reconsiderar el tiempo personal como algo que podemos dominar, no como ese «gran hermano» que vigila y te obliga a vivir bajo su yugo!!
Gracias M José, Mari Carmen, Calamanda, Conchi, Ana, Belén y Lorenzo!
Me ha gustado mucho lo de que la gente se mueva cómo las olas y gaste su tiempo en una fiesta para los sentidos. Necesito un profe de guarache ya… Gracias por recordarnos que el tiempo no se debería cuantificar en horas y minutos. Besos y suerte.
Gracias Ana!
Tenemos que desaprender muchas cosas que son nocivas para dejar sitio a las que son saludables…
Yo tambien me apunto a las clases de guarache, jajaja!!
Jo, qué bueno, yo que soy de esas que subo mientras bajo a la vez que salto las barreras de obstáculos que yo sola me coloco, creo que me voy a sumergir en tu relato para aprender a guarachar.
Preciosa historia. Preciosos los detalles léxicos que has ido dejando por el camino. Para leerla y reeleerla. Mucha suerte 🙂
Gracias, Juan Antonio e Isabel, un placer que os guste, he disfrutado escribiéndolo y más aún poniéndolo en práctica.
Cari nos queda mucho que aprender de otros mundos como el que nos traes. Me encanta el principio, qué estrés comunicas, es trepidante el inicio.
Abrazos y suerte
Gracias, Manuel
¡Me gusta que te guste!
Estoy de acuerdo en lo de aprender de los otros, en todos los sentidos.
Tan necesario ese guarachar de la sociedad moderna que se lo pueda permitir. Lo has contado muy bien, me gusta sobre todo la primera parte, esa multifunción en la que están enganchadas muchas personas. En fin, todo por un mes de vacaciones, ¿merece la pena? Un placer leerte.
¡Pura vida! Magnífica manera de reflejar el contraste entre dos modos de ver la vida.
Suerte y abrazos
Gracias, Javier y Anna, un placer escribir para un público como vosotros.
Anna, yo hice hace tiempo un relato que se llamó Pura vida, sobre cómo vivir y morir bien, con la compañía de los tuyos y adueñándote de tu propio tiempo.
Parece clave para sobrevivir el dominio de los tiempos personales.
Besos