32. Guerrero
Me acerqué cauteloso. Soldado tenía varias heridas. Una en el brazo derecho, que había quedado inmovilizado; ya no podría sostener nada con él. Otra herida le había destrozado el estómago; calculé que le mataría en menos de diez minutos. Cuando me vio, hizo ademán de coger el rifle con la mano izquierda. Se lo aparté de una patada. Me miró.
–Adelante, Guerrero –me dijo.
Había aceptado su destino. Me tomé mi tiempo para disparar, tratando de saborear una victoria que había tardado en llegar.
–¡Ay, qué larga es esta vida! –susurró.
Apunté a la cabeza. La bola de pintura le dejó una marca violeta en el casco.
Buen giro en el desenlace para sorprender al lector. Bien integrado el verso de la Sta.
Suerte!
Saludos.
He jugado una sola vez y me pareció increíble la facilidad con la que puedes morir en una contienda de ese tipo. Primera misión: ni treinta segundos y un compañero ya me había metido «fuego amigo» por la espalda. Me alegra como has girado el relato para alejarlo de la sinrazón y la crueldad y acercarlo al juego y la diversión. Mucha suerte 🙂
Juan Pedro, te has servidocon habilidad de esos juegos de pintura para hacernos creer una realidad mas violenta y de fatal desenlace. Suerte y saludos
Juan Pedro, parecía un contundente relato de la sinrazón de la guerra y, aunque ciertamente lo es, acabas con una divertidísima sorpresa. Muy bueno. Abrazos y mucha suerte.
No se puede dudar cuando se dispara a la cabeza, es tener la valentía de apretar el gatillo, un disparo muy difícil y una buena apuesta diferente, distinta.
Abrazos y suerte.
Buen mini de final no esperado.
Felicidades
Jaja qué buen final, muy bueno!!!!