112. Habitación 209
Me estoy cansando ya de esto. Se ha vuelto tan rutinario…
Está anocheciendo. Llueve. Un coche acaba de llegar al aparcamiento. Tarda en apagar los faros y en bajar. Típico. ¿Qué excusa dará? ¿Se habrá perdido? ¿Se ha hecho tarde? ¿Mal tiempo?… Me saluda. Le miro con desgana. Pregunta por una habitación libre tras explicarme que se ha perdido. Él mira la llave de la 209. Yo ojeo mi cuaderno de reservas y decido darle la 107. Pronto regresará diciendo que la tele no se ve o que hay humedades o que… Hay olores, me dice mientras me devuelve las llaves. Entonces le doy la 209. Le pregunto que si está seguro. Sí. Parece que tiembla un poco.
Las 3 de la madrugada. Agarro el otro juego de llaves de la 209. Él me está esperando sentado en la cama. No dice nada. Le sugiero que no me mire. Me siento a su lado y le tapo la boca con la mano, aunque últimamente ya nadie grita. Le asesto 6 puñaladas en el vientre. Y otra vez a limpiarlo todo. Otra vez a esconder el cadáver, aunque… no sé, quizás con el próximo decida dejarlos amontonados, sobre la cama.
Parece que la gente ya va predispuesto hacia ese hotel… A mí me ha gustado y destaco el magnífico detalle de unir las dos voces en hay humedades o que… Hay olores,
Gracias Lorenzo. Los días de lluvia son los que más clientela llega a este hotel.
Un saludo
Vaya con el trabajito de cargar muertos, que quieren serlo. Me pierdo un poco con eso de «aunque últimamente ya nadie grita».
Muy bueno, Enrique. Envuelto en un rutinario renegrido.
Felicidades
Gracias María. Pues esa frase es una clave para entender el relato. Su intención explica un poco más la posible situación. No me gusta explicar mis relatos, pero si gano haré una excepción 😉
Un saludo
De repente, y sin que nos demos cuenta, nos sacas de la autopista a un camino pedregoso…y seguimos por él hasta un desenlace al borde mismo del precipicio. Genial Enrique.
Mucha suerte
¿Cómo sabías que hay un camino pedregoso? 😀
Este es uno de esos hoteles que no necesitan poner ningún anuncio.
Gracias por comentar.
Vaya trabajito nocturno tiene tu protagonista, aunque la monotonía parece ser que puede hasta con el más terrible de ellos. Clientes voluntarios, supongo que cobardes para suicidarse, buscan acabar con sus días en ese motel de carretera.
Original historia.
Suerte un abrazo Enrique.
Si Mª Belén, has dado en el clavo. Hay trabajos que si se vuelven muy repetitivos, uno se aburre como una ostra.
Un saludo y gracias.
¿Por qué, los hoteles de carretera, nos invitan a fantasear con historias de crimenes?
Es un fenómeno curioso, lo que ha suscitado este lema.
Te deseo lo mejor para tu relato
Yo creo que son las películas los que nos hacen pensar en que los hoteles en medio de la nada va a pasar algo.
Gracias
Muy sensorial tu historia. se huele, se vive.
Suerte
Esperemos que no haya segunda parte de la historia porque este recepcionista amenaza con dejar cadáveres amontonados.
Gracias de nuevo
Enrique, tu original historia tiene distintas lecturas, y un final muy aparente a ellas. Suerte y saludos
Gracias clamanda. Como he dicho antes, esperemos que el final no se cumpla… o sí… puede estar interesante.
Un saludo y gracias
Me parece un relato muy original con un enfoque muy bien buscado por tu parte. El final me ha gustado especialmente. Mucha suerte 🙂
Gracias Juan Antonio.
Un saludo
Un estupendo relato, enigmático, abierto. Me gusta mucho la atmósfera de fatalidad y desidia en la que se desenvuelve, muy lograda. Enhorabuena Enrique, y suerte.
La atmosfera de fatalidad y desidia que comentas es clave para ambos protagonistas.
Gracias y un saludo
Anda, que bueno. Sorprendente y original trabajo. Y lo comprendo perfectamente, cuando comienza la rutina, se pierde la excitación de la caza y la lucha, cuando deja de ser un reto, empieza a perder encanto. Yo también me planteo dejar el asesinismo en breve. Que me ha gustao un montón. Suerte para la lista.
Saludísimos.
Gracias Barlon.
No hay que dejar esas cosas hombre 😀
A ver si este mes también me cuelo.
Un saludo
Je,je,je. Me descubro ante usted, don Enrique. Veo yo que se me va a colar, si… Un abrazo.