103. Hamlet
Duerme en el teatro, en la cama en la que imaginariamente enfermo interpretó a Moliere, en la que le hizo el amor a Melibea, con las bambalinas apagadas y el eco de los aplausos esfumándose por el patio de butacas.
Hace tiempo que no cuelgan el cartel de “localidades agotadas”. Las deudas forman parte ya del decorado y el telón de su espectáculo lo echó definitivamente Ofelia, su Ofelia, cuando sin despedirse, hizo mutis por el foro dejándole un desahucio anunciado y una llaga, en que el alma está metida, que aún supura.
En esa desazón, en ese “Ser o no ser” sin declamar, la calavera le sonríe burlona y se escapa de sus manos para elaborar parsimoniosamente un nudo con la soga de la tramoya.
Un completo homenaje al teatro, al tiempo que la descripción del triste declive de una vida, con sus ilusiones desprendidas una a una, poco a poco pero sin pausa, hasta un final que por fuerza ha de ser dramático.
Encantado siempre de leerte, Raquel, mucha suerte y un abrazo
Gracias Ángel. El teatro pasa ahora por momentos difíciles pero no imposibles. El dramatismo quise que fuera más por los derroteros pasionales pero ambientados entre bastidores.
Abrazos.
Olé, qué final, ¡¡apoteósico!!! Me ha gustado y más con ese tono de clásicos dramáticos y trágicos relacionados con el amor, como el final de tu protagonista. Es un relato que se capta en una primera lectura y ya si quieres volver a saborearlo pues lo lees una y otra vez.
Gracias Lorenzo. Una de mis dudas era si podía entenderse bien en una primera lectura.
Un gusto tenerte por aquí.
Magnífica recreación del desespero en un protagonista acabado.
Excelente. Creo que llegará lejos. Te deseo suerte.
Ton.
Gracias por tu optimismo. Besos
Encantada de volver a saludarte, Ton.
Tus deseos son un elogio para mí.
Saludos.
Raquel, interesante forma de contar esta buena historia. Suerte y saludos
Me ha encantado tu recreación de la eterna crisis del teatro y de sus protagonistas, lejos del ‘star system’ lleno de luces brillantes.
Aunque esas sombras del patio de butacas tienen su encanto también.
Mucha suerte.
¡Ay, el teatro!, parece que muere pero no muere. Siempre será inmortal.
Suerte.
Una historia a caballo entre el fracaso y la rendición, dramatizada en esa última escena que le pone punto final a todo. Un relato que apunta a homenaje, al teatro y muchos de sus protagonistas. Mucha suerte 🙂
Un claro homenaje al teatro que está permanentemente en crisis. Por suerte, el teatro sigue ahí, no se rinde . Pero necesitamos al actor, su presencia en el espacio escénico para mostrar dramáticamente la complejidad del mundo, de la condición humana. Quiero pensar que el personaje no se rinde tampoco, que interpreta una escena para mostrarnos la desesperanza y lo hace tan bien que yo me levanto de la butaca y aplaudo y el nos saluda ya co la soga en la mano como parte del atrezzo. Mucha suerte.
Uff, triste historia de la decadencia y abandono, del IVA cultura y sus estragos. Enhorabuena por la mención.