72 Hasta donde se pierde la vista (Mar González)
Hasta donde se pierde la vista, todo es nuestro. Es la frase más repetida en la familia desde tiempos inmemoriales. Tiene su tono, grave con una mezcla de grandeza y responsabilidad, y su gesto, dibujando con el dedo en el aire el perfil del horizonte. Los detalles se fueron perfeccionando de generación en generación. Ya no se habla de algunas muertes poco claras, ni de la guerra, ni del abuelo.
Ha sido la abuela la que ha mantenido la familia y la tradición. Vestida de negro, nunca la conocí de otra manera, nos sigue juntando en la terraza de la casona. Su mano tiembla cada vez más al señalar el horizonte y su voz es casi imperceptible, pero todos tenemos grabado a fuego cada palabra. Hasta donde se pierde la vista, todo es nuestro.
Después, nos deja allí conversando mientras baja en solitario a la cocina. Con esfuerzo, empuja el falso fondo de la despensa. Cierra tras de sí. Se sienta en la destartalada cama y repasa con ojos llorosos las cuatro cercanas paredes y una foto en sepia en la que está con el abuelo. Muy jóvenes. Muy vivos. Hasta donde se pierde la vista, todo es solo suyo.
Qué duda cabe que tierras, casas y posesiones familiares forman parte del acervo de las personas. Bajo cuatro paredes pueden suceder muchas cosas. En un paisaje amplio y abierto aún más, a lo largo de los años. Esa herencia es importante para la anciana protagonista, de ahí que insista tanto en ello. El traspaso significa continuidad y tradición. Sin embargo, ella, que siente que pronto desaparecerá del escenario, conserva un rincón secreto, su mundo privado, en el que, junto a su marido, comenzó todo.
Un relato emotivo que, entre otros mensajes, transmite que por generoso que se sea, todo el mundo necesita un espacio particular.
Un abrazo, Mar, felices fiestas (aunque sean raras) y suerte
Precioso texto que auna el orgullo de pertenecer a una familia de hacendados,que posiblemente con trabajo y alguna que otras malas artes lograron atesorar un patrimonio que está orgullosa de legar a su descendencia. Sin embargo añora a aquel con quien lo construyó y ese espacio que compartieron. Buen texto, Mar. Mucha suerte.
Un hermoso cuento simbólico, con sus dos vertientes contrapuestas y a la vez complementarias: fuera/dentro. Suerte.