13. Heridas que nadie ve
En la oficina todos están, «estamos» en shock. La noticia nos cogió desprevenidos a la hora del café, cuando Luís, de personal, nos lo dijo así, a bocajarro. Que Adolfo había muerto, víctima de un infarto aquella misma mañana. Y eso, que nos quedamos mudos hasta que Raquel estalló en llanto. Y Marian, palidísima, casi se desmaya. Todo el mundo adoraba a Adolfo: guapo, generoso, con don de gentes. Quien organizaba la cena de Navidad y lo del amigo invisible. Vaya palo. Nadie pudo ya dar pie con bola en las tareas. Luego Laura, recomponiéndose, empezó con lo de la corona y el panegírico. En fin, que yo me vine a casa mareada. Pero ahora, debo reconocerlo, disfruto de una paz interior tan placentera. Me di una ducha eterna y por primera vez en meses me sentí limpia. Abrí una botella de vino y para no sentirme culpable, revivo el recuerdo enterrado durante semanas: él jadeando sobre mí. Su aliento. Y mi voz resquebrajándose, «que no, que no quiero». Era la fiesta de jubilación de Merche. Bebimos demasiado. Después Adolfo me pidió perdón, pero yo nunca pude contárselo a nadie. El Karma. Que se joda. El muy cabrón.
He vuelto a escribir el relato porque me había pasado de palabras. Lo siento. No recordaba lo del límite de doscientas. Espero haber sabido mantener su esencia. Gracias.
Pues te ha quedado igual de bien, la verdad. Un arte eso de podar palabras y sintagmas para no sobrepasar el límite y que no se pierda la esencia.
Un besote.
Tu protagonista es una mujer comedida y respetuosa. En su momento optó por dejar pasar un acto imperdonable de un compañero no tan intachable como parecía. Cuando murió y se convirtió en leyenda no quiso romper el mito contando aquel episodio, pero está en todo su derecho de alegrarse y hasta celebrarlo.
Un relato que muestra que puede ser verdad que la vida termina poniendo a cada uno donde merece.
Un abrazo y suerte, Marta
Hola Marta, con tu micro he sentido un pelín de alegría, un leve shadenfreude, al saber que el terrible Adolfo no volverá a hacer de las suyas. Entiendo perfectamente que tu protagonista incluso lo celebre.
Mucha suerte!
No siempre el karma actúa, en este caso si. ¿Desproporcionado? Bueno, depende de quien lo mire. Está claro que para esta víctima de unas violación haya servido para liberarse de la carga.
Un relato que al principio parecía una cosa y que al final llevaba una carga de profundidad.