80. Calle Santa Lucía (Manoli VF)
La calle Santa Lucía, en el pueblo de Santa Esperanza, es una calle de héroes. No hay más que pasar puerta a puerta y detenerse un rato en el umbral. Empezando por la parte de abajo, lindando con el cementerio, está la casa de doña Palmira que, con las manos llenas de harina, intenta sujetar a doña Visi para que no se escape y se meta, junto a los panes, en la furgoneta de su yerno. La vivienda continua es la casa de don Gilberto que, junto con la paga, cuenta las monedas que gana ayudando al padre Lucas, a ver si le alcanza para pagar los estudios de su hijo en el internado. Le sigue la casa de doña Adelaida que persiste en sus trece de tejer gorros y bufandas para aquel hijo que resbaló y perdió la vida inhalando nieve. En la cima del pueblo está la casa de Juanillo, ciego de nacimiento, cuya madre sigue rezando a santa Lucía solo para pedirle que deje a su hijo seguir viendo el mundo que imagina: un mundo en el que todos sus vecinos y ellos son héroes tan maravillosos que amanecen cada día.
Los personajes que nos muestras, aunque en apariencia son de carne y hueso, yo los veo casi como protagonistas de un historia de realismo mágico, mezclada con esas Crónicas de un pueblo que, algunos, vagamente recordamos, donde todos parecían ayudarse en el transcurrir cotidiano de sus vidas o sus muertes. Me gusta, Manoli. Un saludo y suerte.
Esos personajes de carne y hueso son tan cercanos que con frecuencia nos pasan desapercibidos estando, como estamos, en procura de lo extraordinario. Así sucede que cerramos los ojos a los milagros que se nos muestran cada día. Como el simple amanecer, que no es poco, como decía la película.
Muchas gracias, Jesús.
Un abrazo.
No hace falta tener capacidad ocular y visual para detectar dónde se encuentran los héroe verdaderos, los que cada día, en la medida de lo posible, se empeñan en seguir adelante negando el infortunio, como el vecino que busca reunir dinero con el que pagar los estudios de su hijo; o la madre empeñada en tejer prendas de lana para una carne de su carne que se fue antes de tiempo, en la creencia de que de esta forma vivirá siempre. Aquello de «Dios los cría y ellos se juntan», como la mayoría de los buenos refranes, suele cumplirse, de ahí que en esa calle llamada de Santa Lucía con toda intención, se halla reunido gente ve más allá de lo que se aprecia a simple vista. Que el pueblo se llame Esperanza tampoco es casualidad.
Me alegra leerte también por aquí, Manoli
Un abrazo grande. Suerte
Me gusta mucho que te hayas fijado, Ángel (aunque ya se que no se te escapa nada) en el nombre de la calle y del pueblo. Además he cerrado el relato con un ciego, para intentar mostrar algo de esa visión interior que va un poco más allá y transforma la lucha en Esperanza, porque sin ella nada se puede.
Me paso por ENTC de cuando en cuando, a veces me despisto pero intento no tardar demasiado, y siempre es un placer contar con lectores como tú, ya sabes que agradezco y valoro tus palabras.
Abrazo grande.
Manoli, has hecho un cuadro costumbrista, con tu relato. Me gusta porque nos hace reflexionar sobre el concepto mismo de heroicidad. ¡Mucho habría que hablar sobre él!
Prodígate más por aquí, Manoli, para deleitarnos con tu buen hacer literario.
Un abrazo.
Muchas gracias, María José.
Es precisamente en el quehacer de cada día donde suele residir la gente extraordinaria, gente que lucha por agrandar la sonrisa de los suyos y que agradece cada oportunidad como cada nuevo amanecer que se nos brinda.
Al principio había titulado esta entrada con otro título (Héroes de carne y hueso) pero, finalmente, he decidido dejarla en «Calle Santa Lucía» porque creo que define mejor el sentir de una calle que podría ser cualquiera de las muchas que hay en todas partes, llenas de héroes anónimos que hacen más llevadera la existencia de quienes les rodean.
Muchas gracias también por motivarme a pasar más a menudo por aquí. Procuraré hacerlo.
Un abrazo 😉
Unos personajes cotidianos por su cercanía que hacen cosas extraordinarias. Tenemos a muchos héroes por vecinos y nos pasan desapercibidos. Me gusta tu historia Manoli. Suerte.
Héroes cotidianos, Dolores, que se esfuerzan en sobrevivir, en sacar adelante sus vidas por entre las brumas buscando ese rayo de luz en forma de esperanza.
Muchas gracias por tu lectura y palabras. Un saludo.
La heroicidad en el día a día de personas que no tienen nada de extraordinarias, ¿o sí?
Muy bueno, Manoli. 😉
Las cosas más extraordinarias vienen a menudo de la mano de gente que pasa desapercibida, no en vano las grandes batallas tienen lugar en el corazón, y el corazón de lxs héroes es un corazón de carne pero muy, muy grande, José. Muchas gracias por tu lectura y palabras. 🙂
Esa calle es la vida misma, héroes de la supervivencia, del día a día. Los únicos que de verdad existen. Se lee muy bien. Suerte.
Los que más desapercibidos pasan, Javier, a los que nadie pone medallas nunca y que, sin embargo, son héroes de verdad.
Muchas gracias por tus buenos deseos. 😉
Manoli, clara semblanza del acontecer diario en el que no nos fijamos y hay tanta lucha, junto a nosotros o a nuestro lado, por sobrevivir. Suerte y saludos
Muy cierto, Calamanda. No hace falta que se inscriban en el Guiness porque su heroicidad no sabe de ese trámite ni lo necesita. Siempre he tenido predilección por los héroes de cada día, por su humanidad y también por su «invisibilidad». Héroes tan sencillos que se conforman con amanecer, un día más, que no es poco.
Muchas gracias. Abrazo grande.
Para esos héroes la supervivencia es más costosa que para el resto de los mortales.
Sus superpoderes alcanzan a llegar a la noche y al día siguiente vuelta a empezar la batalla que se traen con la vida misma.
Cuántas calles Santa Lucía habrá por el mundo!
Un abrazo.
Muy cierto, Virtudes. Cuántas y cuántas calles habrá con tantos héroes perdidos en el anonimato pero tan grandes para los suyos!! Una lucha en la que cada día es una gesta. ¡Va por tod@s ell@s!
Muchas gracias por comentar. Un saludo.
Ha sido una verdadera delicia leer este texto tan mágico y humano a la vez. Una muy bella forma para un fondo aún más bello. Te felicito, amiga Manoli, y te envío un fuerte abrazo.
Muchas gracias, amigo Patxi. La humanidad es una condición de los verdaderos héroes, los héroes cotidianos, que luchan cada día por mejorar la vida de los suyos y por cumplir sus sueños.
Un gran abrazo.
Héroes que luchan en la vida con una visión positiva y con el escudo de la esperanza como protección. Un relato costumbrista hilvanado de ternura. Abrazos, Manoli, y suerte.
Muchas gracias, Salvador. La vida nos acostumbra tanto a estos héroes que nos pasan desapercibidos y, sin embargo, son grandes de verdad.
Agradezco tus palabras y buenos deseos.
Abrazos.