77. HISTORIAS JAMÁS CONTADAS (Rafa Olivares)
Se empeñó en pasarlo de los libros de leyendas a los de ciencia. Algo le decía al comandante Cousteau que aquellas antiguas historias de calamares gigantes no eran meras invenciones de viejos lobos de mar. Así que recopiló cuantas pudo encontrar y separó la paja -exageraciones, fabulaciones, patrañas…- del grano -localizaciones, estaciones, circunstancias…-. Sus análisis le condujeron a ubicar su hábitat en las áreas abisales de los océanos más profundos, y hacia la fosa de las Marianas puso rumbo su embarcación con casi nombre de helado.
Después de más de sesenta días de infructuosa búsqueda, con los víveres escaseando y a dieta de peces insípidos de aquellos mares, en el nonagésimo descenso del batiscafo monoplaza, Jacques Cousteau se lo topó ante sus ojos. Se encontraba a más de 23.000 pies de profundidad y su longitud sobrepasaba los siete metros. Cuando fue a filmarlo intervino Murphy. La cámara se obturó y no pudo grabar un solo fotograma. Sin imágenes, su descubrimiento sería el hazmerreir de la comunidad científica. Comunicada la situación al Calypso, alguien sugirió cazarlo, subirlo, fotografiarlo y darse un festín. El comandante pidió hablar con el cocinero. La falta de harina suficiente mantiene al Gran Calamar en la leyenda.
Muy original Rafa y con ese toque de humor tan característico en tus escritos.
Mucha suerte.
Besicos muchos.
No es humor es apetito, al pensar en unas rabas o un calamar a la andaluza.
Gracias, Nani.
Muchos besicos.
Por aquí ya hemos visto algún calamar gigante pero no valía para rabas. Su carne es demasiado dura.
Un micro divertido y bien narrado, mellizo.
Celebro que te haya divertido, verduga mía.
Besos y suerte en Madrid.
Curioso, cuando menos… y divertido. Pero, al margen de la sonrisa final –¡ay, la imprevisión de ese cocinero!–, perfecto encaje de la dimensión legendaria y la científica. Y con ese estilo impecable habitual. Enhorabuena.
Un saludo.
¿Estilo impecable habitual? ¡Ya quisiera! Gracias por tu generoso comentario.
Abrazos.
Tras un hombre consagrado queda su obra y su leyenda, pero pequeños avatares no conocidos también forman parte de ella. Menos mal que te tenemos para rescatar esas historias y otras, porque todas merecen salir a la luz, más cuando existe la garantía de que se van a contar bien.
Un abrazo, Rafa. Suerte
Un modesto homenaje a quien tantas buenas horas me hizo pasar ante la tele con sus extraordinarias investigaciones.
Gracias, Ángel. Abrazos.
Me encabta ese final cierra el círculo. Yo no me lo pensaba y lo metía en el libro. Cualquier turista de los alojamientos rurales disfrutará con el relato. Además, de los géneros que me encantan leer y escribir.
Bueno, si no va al libro, sabiendo de tu relación con las editoriales igual…
Gracias, Lorenzo.
Un abrazo.
Rafa, describes con minuciosidad los infortunios y avatares de esas jornadas con el telon de fondo de un -personaje leyenda-. Consigues trasladarnos a aquel ambiente. Suerte y saludos
Casi siempre se cuentan las expediciones exitosas; las otras no suelen merecer muchas letras. He querido compensar un poco, porque también tienen su miga.
Gracias, Calamanda.
Un beso.
Hola Rafa. Estupendo relato. Como todos con los que nos deleitas. Con un protagonista inolvidable, un monstruo escurridizo, y el toque aventurero que, al menos a mí, me dejaban las aventuras contadas por Julio Verne.
Me gustó mucho Rafa. Suerte para que pueda estar ahí, donde se merece.
Ton.
Gracias, Ton. El inolvidable Cousteau inspiró esas letras. Celebro que te hayan gustado.
Abrazos.
Rafa querido, me encanta estar escribiendo en estas páginas, aunque sólo sea para decirte que tu historia se me hace tan cercana… mi marido estudia a esos bichos y una amiga mía, justamente a los calamares gigantes. ¿Te imaginas? Yo, por eso, con harina o sin ella, jamás me los como… Tu historia, como siempre ingeniosa e impecable, con esos finales que dejan siempre una sonrisa. ¡Bendita tu vida, amigo! Cuando a mi me salga alguna cosa menos tétrica de las que me suelen ocurrir, regreso a este querido lugar. Un abrazote y muchas felicidades!!!
¡Qué bueno leerte de nuevo por aquí, María! Por dura que sea la realidad que te rodea siempre se puede sacar un momento para buscar el lado jocoso de la vida, y si no aparece lo inventamos; el caso es que no desaparezca la sonrisa de los diccionarios por falta de uso.
Esperamos tus letras con ansia.
Besos, María.
Gracias, Rafa querido. Hoy volví a escribir aquí. Te hice caso. Siempre te hago caso, aunque a ver, ojalá este te deje un saborcito no tan seco en la boca. Un abrazo, mi fiel amigo. Necesito regresar aquí y leer lo que tú con tus amigos, maestrazos de la pluma, escriben!
Nunca falla tu humor amigo. Eso si una historia que se lee real y hasta cual leyenda.
Gracias por compartirla.
Un abrazo y suerte.
¡Qué bien que le hayas encontrado la gracia! No es mal premio.
Gracias, Molí.
Abrazos.
Buen relato, con ese toque de humor sutil.
Habrá que esperar que algún otro científico lo encuentre a ese calamar gigante.
Un abrazo
Ahora llevan varias cámaras y, sobre todo, mucha harina.
Gracias, Blanca.
Un beso.
Cuántos ratitos me he pasado viendo al hombre que nos descubrió los océanos. Buen micro, Rafa, con un giro final muy divertido.
Un abrazo y mucha suerte.
El comandante Cousteau, admirable e inolvidable. Tanto como para inspirarme esta historia.
Gracias, Rosy.
Abrazos.
No muy lejos deberían andar los de este micro (https://estanochetecuento.com/superextragrande-luisa-hurtado-gonzalez/) que lo están cociendo para después plancharlo, eso creo; creo que ellos podrían ayudar a tus protagonistas.
jajaja
Suerte!
Seguro que a tus personajes no les faltará la harina, el aceite o el perejil. En la preparación de nuestro relatos hemos coincidido en dos condimentos, el calamar gigante y el rebozado de humor.
Suerte, Luisa.
Me gusta la mezcla humorística que has realizado con verdades y mentiras. Así nacen las leyendas de las leyendas. Divertido. También agradezco que no haya elipsis, tan sobrevaloradas en los microrrelatos. Suerte, calamar.
Son todo verdades, solo que unas conocidas y otras no -bueno, ahora ya sí-.
Tan sobrevalorada la elipsis como criminalizados los adverbios terminados en «mente» (genial el Un cuento al día de ayer).
Gracias, Javier.
Abrazos.
Bueno es de suponer que tu micro es ficción, pero quien nos lo asegura? Bien pudo ocurrirle eso mismo al señor Cousteau.
Divertido micro, que nos deja con la sonrisa puesta.
Besos
Le prometí a Cousteau que lo contaría como ficción. Hasta ahí puedo decir.
Espero que la sonrisa sí sea real.
Gracias, Asun.
Besos.
Trolero, que fue la falta de aceite, que lo sé yo.
La sonrisa de antes de acostarse me la has puesto tú esta noche. Suerte y un beso.
No, que a Cousteau le gustaba rebozado, ya fuera como rabas o a la andaluza. ¿Tu última sonrisa del día? Lo anoto en mi palmarés. Al principio del todo.
Besotes.
Un personaje entrañable e inolvidable, sin duda. Él me inspiró el relato y se lo dedico como homenaje a su gran obra, como bien dices.
Gracias, Ana.
Un beso.
Esas historias que jamás se cuentan y que tú te has atrevido de manera estupenda a escribirlo.
Un homenaje a esta persona que es en sí misma el océano.
Un calamar de leyenda y un menú que quizás no pueda estar en la carta, por ese toque divertido de la falta de harina.
Buena y diferente propuesta para esta locura que vivimos los entecianos.
Un beso Rafa, suerte.
La de cambios en la historia que deben haber provocado pequeños incidentes domésticos, como la falta de harina. Pero para eso estamos nosotros, para poner remiendos en la historia.
Gracias, Maria Belén.
Besos.
Todo dicho, un buen relato homenaje, con final sorpresivo y además jocoso.
Abrazos y felicidades, joven Rafa.
Buenos, acordándome de Cousteau lo de joven… en fin.
Gracias, María.
Abrazos.
Muy bueno Rafa, excelente historia y un remate muy divertido. Además del detalle de utilizar al gran Jacques Cousteau le da un toque surrealista.
Saludos.
Gracias, Jean. A veces mezclar personajes reales con situaciones disparatadas dan buen resultado. Si así te lo ha parecido, genial.
Saludos.
Se merecía el gran Cousteau tan meritorio hallazgo, pero, ¡qué diantres!, me alegro, una leyenda rebozada pierde todo su encanto, jajaja. Divertido y original homenaje, Rafa. Abrazos y mucha suerte.
Sí lo merecía, para completar su impresionante currículum. Pero en ningún caso y bajo ninguna circunstacia un francés debe perder el glamour culinario.
Gracias, Salvador.
Abrazos.
¡¡Madre mía, tanta faena para un calamarcito de siete metros!! En el Mercadona de mi barrio los tienen más grandes.
Sea como sea, te ha salido un relato riquísimo.
Abrazos, Rafa.
Ahora sí, pero en los 70 aún no se había visto ninguno.
Gracias, Carles.
Abrazos.