73. HORAS ÚNICAS (M.Carme Marí)
Vive anclado en una infancia que no se corresponde con su verdadera edad y, por ello, desea imitar a su hermano pequeño siempre que puede. Meses atrás, al ver que le regalaban un reloj, él también quiso uno aunque es incapaz de comprender el giro de las manecillas o de leer los dígitos. Lo lleva puesto a todas partes. Los vecinos del pueblo le preguntamos la hora cuando nos lo encontramos. Sabemos que le gusta, y esperamos su respuesta con interés. Entonces, satisfecho, mira el reloj y, según nos ve a nosotros más o menos cansados, enojados o tristes, nos dice que es la hora de los abrazos, la de las sonrisas o la de cantar una canción alegre. No entiende de números, pero cada vez que contesta, nos sorprende con una hora preciosa.
Hay personas con minusvalía que necesitan amparo y comprensión, pero también tienen mucho que enseñarnos, como tu protagonista, al que imaginamos sonriente, preocupado por los demás, entregado y generoso siempre, en la medida en la que puede. Qué más se le puede pedir a nadie, qué mejor intención que la suya, mantenida en el tiempo, además.
Un relato muy humano, con una ternura muy bien dosificada.
Un abrazo y suerte, Carme
Así es, Ángel, hay personas de quienes podemos aprender mucho, aunque algunos lo duden. Este protagonista es bien querido en su pueblo.
Muchas gracias por tu comentario, Ángel.
Un beso
Carme.