64. ICEBERG (María Jesús Briones)
Las sirenas emiten su canto. Envuelta en zorros y medias de seda, espera al primer ministro.
Esos dos ojos desatan su inquietud. ¿Por qué los llaman de buey, si el buey es manso y las aguas están bravas?. Parecen espías al servicio de la inmensidad.
Siente un escalofrío. Se arrebuja en el abrigo. Frente al espejo, ensaya mil caras para el encuentro. Debe ser cálido, caliente… abrasador, y ella está aterida.
Pide un té blanco con plum-cake, el bizcocho que él arrancaba de sus labios para ingerirlo en sus bocas.
Nudillos en la puerta.
-¡Por fin él! -piensa-
Sobre la bandeja un cable para el camarote 115:
«Princesa, este viaje lo harás tú sola. Eres demasiado peligrosa para mí. Ahoga tu ira en espuma de alcohol y sal.
Has convertido mi pasión en un Iceberg que te destruirá»
La orquesta comienza a tocar…
Muy bueno, María Jesús. Anticipas, dices sin decir. Has hecho una muy buena utilización de los huecos/silencios, y la historia te queda completa. Me gusta mucho.
Un saludo.
Muchas gracias, por leerme.
Saludos afectuosos
Un abandono y una venganza que se llegan a materializar, si el amor es un sentimiento fuerte, capaz de mover montañas, no lo es menos el desamor, que hasta puede generar un letal iceberg.
Suerte y un saludo
Te agradezco mucho tu comentario, y tu tiempo empleado en la lectura.
Celebro te haya gustado. Angel.
María, desvelas paso a paso esta extraña relacion de amor y odio. Suerte y saludos
Eso era mi intención, no sabía si lo habría conseguido.
<millones de gracias por tu aportación.
Hay fuerzas que superan a la del océano. Por ejemplo, el amor y el odio. Y lo has dicho sin decirlo. Muy bien.
Gracias por tus amables palabras.
Un beso, Edita
Del amor al odio hay un paso. Y a veces un océano de separación.
Qué manera tan cruel de ser abandonada. Y muy bien contada.
Suerte.
Saludos.
Tu análisis me da fuerza para seguir escribiendo.
Gracias mil.
Acabo de leerte, y veo que también los ojos de los bueyes te inspiran como a mi. ¡Qué buen micro, María Jesús! Ambición, porque tiene que ser un ministro, sensualidad en las sedas y los bizcochos, frustración, pasión, y la frialdad del iceberg y el alcohol de fondo… Felicidades.
Te agradezco enormenmente tu comentario. Me alegra lo hayas disfrutado.
Saludos afectuosos, Luis.
¡Que buena historia! Me encantó tu manera de narrar, dando pistas que la hacen más interesante, el paralelismo con el entorno y como marcas el instante con esa frase: «Y la orquesta comenzó a tocar»
Excelente. Un abrazo y suerte.
Muchas gracias por tus elogios. Eres muy gentil, Moli
El peor final para una historia de pasión, Jesús. El problema es que es ella la que lo pierde todo: el amor, la pasión y la vida. A él le queda la ausencia, el poder y la soledad, y esperemos que algo de remordimiento.
Remordimiento?. Creo que para él, una liberación, le comprometía demasiado para su cargo y situación social.
Me enriquece mucho vuestros pareceres. Gracias.
Un comienzo de sirenas y un final de orquesta. Entre esos dos tiempos una historia rotunda que has contado fenomenal.
Eres muy amable, Isabel, me anima mucho que te haya gustado.
Gracias.
María Jesús, cuando colisionan los sentimientos, pueden hundir vidas. Amor y desamor a la deriva. Muy bueno. Abrazos.
Gracias Ana, por tu comentario.
Un abrazo
Agradezco tu opinión, Salvador.
Abrazo
Uff, ¡qué susto!, pensé que ibas a contarnos un cuento de sirenas (que ya no soporto, como Ulises), luego me doy cuenta de que es la del barco. Menos mal. Me ha gustado mucho ese » Parecen espías al servicio de la inmensidad.» Un final un poco malvado. Suerte.
Ya sabe, la regla de oro de un «micro», es parecer que se dice una cosa y referirse a otra.. Por eso lo de las sirenas, en su doble sentido.
La frase que usted apunta, me halaga que le haya gustado.
Como siempre, le agradezco su comentario.
Una pasión ahogada por el abandono, una ilusión truncada sin te, ni plum-cake. me encanta tu historia y el final con esa música sonando.
un beso Maria jesus
Gracias, María Belén. Es estupendo contar con lectores como tú.
Otro beso para ti.
Has escrito una historia de película María Jesús, de película.
Mucha suerte.
Abrazos.
Yo diría que de barco, Paloma. Un barco que naufragó, como la historia que se cuenta.
Gracias, por ser tan amable.