114. «Imitación a la vida»
Algunas tardes mi padre nos llevaba a ver zarpar los barcos. Las luces de los muelles se encendían y a nuestra espalda se ponía el sol, mientras él nos subía a la goleta de El hombre de Boston. Vamos a cazar focas en Alaska y rescataremos a una princesa rusa, nos susurraba. Con ella a bordo, añadía, el capitán tendría “El mundo en sus manos”.
Un día su corazón le señaló el abismo. Con paseos cortos en mañanas soleadas reanudó el camino. He sobrevivido al duelo con el pistolero que merodea por la ciudad, nos aseguró. Aunque sus heridas cicatrizaron, habría otras. No escapamos del destino, concluyó. Años después lo vimos partir hacia el horizonte sin mirar atrás, como “Shane”.
Ahora un cielo amarillo que alarga las ausencias hondas nos empuja hacia las galerías sin luz. Ha dejado las estaciones de trenes vacías y los barcos varados en la arena y ha silenciado el alborozo de los juegos infantiles. Nos refugiamos en pasadizos inhóspitos esperando tan solo ganar la salida que evite internarnos en el “Corredor sin retorno”.
«A quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco»
Frase de «Corredor sin retorno»
Ha sido genial recorrer la aventura de querer comprar Alaska, recuerdo perfectamente la película y creo que por ahí me has llevado, al cine. Un beso.