33. Impar
Subida a horcajadas, el vaivén pausado de las caderas se asemeja a la borrachera de un barco de vapor. De la cadencia sinuosa pasa a los embates. Se imagina en un rodeo, montada en las hechuras de una res, jaleada por el público, empeñada en seguir sentada asida a las correas. Ronronea, relincha. Se desquita; los alaridos y jadeos rebotan en las paredes del patio de luces buscando ansiosos la ventana abierta de algún vecino. Se regodea en los insultos, conminándolo a poseerla con más enjundia. Pero al final es ella la que se regala de nuevo un espasmo detrás de otro, el goce desenfrenado hasta caer rendida. Reposa después a su lado, saciada, atiborrada de placer, con el deseo amansado. Dormita. Despierta más tarde entre las luces melifluas de la tarde. Le da un empellón. Él pasará la noche en el suelo, inerte. Por la mañana lo devolverá a la caja para meterlo en el armario, no sin antes dedicar al muñeco que tantas delicias le procura una mirada lasciva.
El ser humano es la única criatura del planeta que utiliza instrumentos externos de forma habitual, herramientas adaptadas para conseguir sus fines y satisfacer sus necesidades (esta última afirmación, en este caso, resulta bastante literal).
A falta de persona física, bien por circunstancias o por elección propia, el efecto conseguido tampoco parece muy diferente, a juzgar por las vívidas descripciones, de corte realista, que nutren la historia.
Un relato envolvente y muy bien escrito, con sorpresa final.
Un abrazo y suerte, Mei
Coincido con Ángel en que tal y como lo describes, nunca hubiera presupuesto que se trata de un ser inanimado. Luego, sabiéndolo, lees de nuevo y entonces te das cuenta de que solo habla de ella y de su placer. Era lógico.
Muy bien tramado tu relato. Enhorabuena y feliz día.
Ya tiene mérito esa extenuante y lasciva cabalgada después de haberse vaciado los pulmones hinchando al hombre objeto.
Excelente, Mei.
Suerte y besos.
Microrrelato con vuelta, bien ambientado en ese deseo si no lujuria. El título perfectamente elegido, no es simple acompañante.
Suerte.
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
Todo impar tiene su par, y el pobre muñeco es un cero a la izquierda. pero en este caso no es tan inútil como pudiera parecer. Excelente micro. Me gustó. Suerte.
Qué buena tu historia, el ritmo, la elección de palabras y situaciones, todo orquestado para que ese final encaje como el muñeco en el hueco del armario, como un guante. Mucha suerte, un abrazo.
Ángel, Mercedes, Rafa, David, Javier y Paloma, muchas gracias por vuestros comentarios. Un abrazo.