67. Imposición de manos (Jesús Garabato)
Bajo la mortecina luz de la enfermería del asilo, el masajista no dudó al reconocer aquel lunar sobre la nuca del anciano. Fueron demasiados años evocando, en medio de sus noches insomnes, esa calva desdibujada en el sucio espejo de la sacristía postrada ante él. Crispando sus manos, cierra los ojos.
Tremendo, Jesús, con unos dobles sentidos llenos de significado. Por un lado, la imposición de manos de un religioso que las tenía demasiado largas; por otro, la venganza, alimentada por la ira larvada durante años, de un niño inocente que dejó de serlo, para convertirse en un adulto capaz de imponer sus manos también, pero no en un supuesto sentido religioso o rijoso, sino para estrangular a quien tanto daño le hizo.
Breve, intenso y directo. Para qué más palabras.
Me alegra leerte. Se te echaba de menos.
Y ahora la fórmula habitual, para no perder las buenas costumbres, ya sabes:
Un abrazo y suerte
Brutal historia y relato. Años y actos de sacristía para un pobre chaval condensados en tan poquitas líneas. Un claro ejemplo de que menos es más. Las palabras justas y necesarias. Me ha encantado. Suerte y abrazos, Jesús.
Muchas gracias, Ángel y Rafael, por leer mi texto y molestaros en dejarme vuestras cariñosas palabras. Saludos.