72. IMPULSO
Aunque el detective le había advertido antes de mostrarle la confirmación de sus sospechas, percibió rotundamente que una llamada interior ascendía desde sus vísceras hasta el rostro, que enrojeció según apretaba cada vez mas sus mandibulas y sus manos, aferradas a las fotografías, crispadas hasta doblar el grueso papel satinado. Pudo escuchar su propia voz, lejana y enronquecida hasta resultar irreconocible. Si estuviera aquí…¡La mataría!
Entonces será mejor que no le diga que pase, comentó el investigador con tono profesional. Levantó la mirada hacia el ventanal y una lágrima sofocó el incendio.
«No…Si, que entre y acabemos».
Ante las pruebas que confirman una infidelidad, el cliente de este detective siente la mayor de las iras, luego tristeza y dolor, para, al final, intentar tratar de forma práctica de hacer borrón y cuenta nueva, civilizadamente. No conocemos los detalles y circunstancias, pero parece que nada se le pueda reprochar, ni siquiera ese grito que invocaba a la muerte de quien un día quiso, que por suerte se quedó en un simple desahogo.
Un relato con la habilidad de que seamos algo más que meros espectadores, pues nos coloca en la cabeza y las entrañas de este hombre herido.
Un abrazo, María.
Suerte