En tu texto encontramos escasez en el uso de las palabras, sí, pero una gran amplitud de significados posibles dentro del desánimo que lo sobrevuela. Suerte, Álvaro, y un saludo.
Hola, Álvaro.
Es un texto el tuyo un tanto anfibológico, críptico o, si lo prefieres, de los que brindan múltiples lecturas. Las mías: un perro que lame a su amo (o no) muerto, cuyos despojos devora, ha devorado antes de largarse. O bien un perro que lame la mano de su dueño que acaba de fallecer y que le mantenía. Es un micro sorprendente, hasta en el título. y tiene mérito lo que has intentado o conseguido. En cualquier caso, te felicito. Un abrazote.
Hola, Álvaro, de nuevo.
Mira, como me gusta arriesgar (aunque a veces me la pegue), me quedo con la primera interpretación: el del texto es un erro que se come al dueño, muerto que le ha dado de comer y lo va a seguir haciendo con sus propios restos mortales. El perro se dice para que voy a serle fiel si ya solo es carne, pues voy me lo zampo. El perro es coherente con su instinto y naturaleza: hartarse de comer carne y huesos. Otro abrazote.
Mi libre y arriesgada interpretación: el perro de un mendigo, quien comía de prestado (en un comedor social, por ejemplo), se despide del hombre lamiendo su mano por última vez.
Me alegro que estas pocas palabras hayan servido para crear esta multitud de opiniones, todas ellas válidas. Esa era mi intención, aunque en el trasfondo se esconden todas esas personas que viven en la calle con cuatro cosas y el cariño de un animal, siendo un eslabón tan débil que perecer de frio es una opción cada amanecer
Cortito y profundo relato Álvaro, por lo que he visto en los anteriores comentarios, ha habido múltiples interpretaciones, yo desde el principio le di la lectura de la persona de la calle, siempre fría, pero esta vez para siempre, a los ojos de su fiel compañero de fatigas.
Suerte y saludos.
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En tu texto encontramos escasez en el uso de las palabras, sí, pero una gran amplitud de significados posibles dentro del desánimo que lo sobrevuela. Suerte, Álvaro, y un saludo.
Hola, Álvaro.
Es un texto el tuyo un tanto anfibológico, críptico o, si lo prefieres, de los que brindan múltiples lecturas. Las mías: un perro que lame a su amo (o no) muerto, cuyos despojos devora, ha devorado antes de largarse. O bien un perro que lame la mano de su dueño que acaba de fallecer y que le mantenía. Es un micro sorprendente, hasta en el título. y tiene mérito lo que has intentado o conseguido. En cualquier caso, te felicito. Un abrazote.
Hola, Álvaro, de nuevo.
Mira, como me gusta arriesgar (aunque a veces me la pegue), me quedo con la primera interpretación: el del texto es un erro que se come al dueño, muerto que le ha dado de comer y lo va a seguir haciendo con sus propios restos mortales. El perro se dice para que voy a serle fiel si ya solo es carne, pues voy me lo zampo. El perro es coherente con su instinto y naturaleza: hartarse de comer carne y huesos. Otro abrazote.
ALVARO, veo el relato de forma parecida a como lo acaba de presentar Martin. Es una buena historia. Suerte y saludos
Mi libre y arriesgada interpretación: el perro de un mendigo, quien comía de prestado (en un comedor social, por ejemplo), se despide del hombre lamiendo su mano por última vez.
Relato críptico donde los haya, Álvaro.
Suerte. Un abrazo,
Me alegro que estas pocas palabras hayan servido para crear esta multitud de opiniones, todas ellas válidas. Esa era mi intención, aunque en el trasfondo se esconden todas esas personas que viven en la calle con cuatro cosas y el cariño de un animal, siendo un eslabón tan débil que perecer de frio es una opción cada amanecer
Cortito y profundo relato Álvaro, por lo que he visto en los anteriores comentarios, ha habido múltiples interpretaciones, yo desde el principio le di la lectura de la persona de la calle, siempre fría, pero esta vez para siempre, a los ojos de su fiel compañero de fatigas.
Suerte y saludos.