5. In crescendo
No hemos terminado de cenar cuando él mira el reloj y dice que se tiene que ir, que es tarde y al día siguiente madruga. Aunque me sorprende una excusa tan simplona, no pregunto nada y lo acompaño hasta la puerta. Antes de abrir, le insisto en que se quede, le propongo flambear piña -nuestro postre favorito-. Pero no consigo convencerlo, nos despedimos sin mucha más historia y él se marcha como alma que lleva el diablo. Tanta prisa repentina me molesta y me quedo observándolo por la mirilla. Veo que, mientras espera el ascensor, hace una llamada con el móvil y sonríe. Reparo en que sonríe mucho. Demasiado. Ahora tanta risa me fastidia. Y cuanto más tarda el ascensor, más sonríe él y más me enfado yo. Entonces cierro los ojos, respiro hondo y empiezo a contar números. Uno, dos, tres,…antes del cinco abandono la técnica recomendada y me tomo una copa de ron. Luego una rodaja de piña. Y más ron y más piña, otra vez ron y otra vez piña. Sin azúcar y sin quemar. Ni siquiera escucho que está sonando mi teléfono. Está llamándome él, mi terapeuta, presiente que la terapia de exposición tampoco funciona.
Esa técnica curativa, por desgracia, no funciona con tu protagonista, más bien al contrario, pues parece intensificar los males del paciente, como se deduce de su reacción y del título, o tal vez el profesional deba enfocarla de otra manera. Seguro que este caso es todo un reto para él, y demuestra lo complicados que podemos llegar a ser, también que nuestro peor enemigo lo tenemos dentro, el empeño en no reconocerlo es lo que perturba.
Un relato interesante, profundo y muy psicológico.
Un abrazo, Aurora.
Suerte
Ángel,
Cierto eso de que nuestro peor enemigo lo tenemos dentro y muchas veces ni lo sabemos o no lo queremos ver como dices.
Mil gracias por tu comentario !
Abrazos
Juan,
El concepto del título, en el que como bien dices reside el peso, es por el hecho de pasar de molestia a fastidio, de fastidio a enfado y de enfado a ira en pocos segundos, y sin motivo justificado (que es lo peor en estos casos)
Muchísimas gracias por tu comentario
Abrazos
Genial relato Aurora que, como el título, va aumentando de ritmo según lo lees.
Felicidades
Ja ja ja, bueno he intentado capturar un enfado «in crescendo», no sé yo si he conseguido ese ritmo adecuado que dices.
Muchísimas gracias por tu comentario, Javier
Microrrelato con título apropiado de acuerdo con los acontecimientos narrados. El texto se atiene a la realidad, las terapias no funcionan igual para los pacientes; de hecho, para algunos no sirven en absoluto. Muchas gracias por ese muy buen relato. Enhorabuena, Aurora.
Óscar,
Tienes toda la razón, las terapias en algunos casos no sirven en absoluto.
Agradezco muchísimo tu lectura y comentario
No necesitamos a nadie para hacer mala sangre: nos bastamos solitos. Qué forma de calentarse tu protagonista. Horas extras para el terapeuta y un gasto importante en ron. El ritmo y las frases aceleradas y cortas crean el ritmo necesario para llegar al título. Buen relato, buen ritmo. Abrazos y suerte, Aurora.
Rafa,
Tal cual lo has comentado, esa era la idea.
Ja ja ja ,me ha encantado lo del gasto importante en ron!
Muchísimas gracias por tu lectura.
Abrazos
Muy buen relato. Esos móviles, chivatos explosivos.
Suerte y abrazos
Chivatos explosivos, una excelente descripción! Me encanta!
Muchísimas gracias por tu comentario, María
Abrazos