72. INCOMPATIBILIDAD DE CARACTERES
Mi abuela Gumersinda me contó su noviazgo, mostrándome cómo han cambiado los tiempos desde aquellos días en los que la electricidad apenas llegaba a todos los hogares, el agua corriente no era tan corriente y la psicología todavía no tenía nombre.
Al principio, mi abuelo Zacarías rondaba su calle y la espiaba a través del cristal de la ventana. Luego, con el consentimiento de los padres, comenzó a hablar con ella en la reja. Esa relación se mantuvo en el tiempo, y aunque mi abuela no quiso explicarme todos los detalles, se quedó embarazada.
El escándalo que supuso la noticia en el pueblo obligó a la pareja a casarse −sin trajes de fiesta ni lujos−. Fue entonces cuando comenzaron los problemas. El día en que la novia salió de su casa en dirección a la iglesia, se sintió indispuesta; cuando el novio entró en la iglesia, se puso pálido.
En resumen, la convivencia se volvió imposible y la unión terminó en separación, ya que él rara vez aparecía por casa y ella apenas salía. Hoy en día, probablemente se habrían tratado la agorafobia de ella y la claustrofobia de él, y tal vez yo tendría primos.
Cuando «la psicología aún no tenía nombre» las fobias existían igual, solo que estaban sin clasificar, era otra época, ahora se pone denominación a todo, hasta a lo que no existe. La primera relación entre esta pareja resultó perfecta, pero ni ellos sospechaban que en realidad su forma de proceder no vino dado por las circunstancias, sino por su propia naturaleza.
Un relato elegante, con detalles como el de dejar a la imaginación del lector cómo se produjo el embarazo, que muestra que la convivencia no siempre es fácil, incluso a veces, resulta imposible.
Un saludo y suerte, Antonio
Como dice Ángel, hay que imaginar cómo vencieron sus respectivas fobias para conseguir el embarazo. Yo los veo a cada uno aferrado a un lado de la verja, lo que no deja de tener su mérito.
Buena idea, bien desarrollada.
Suerte, Antonio.
Casi me atraganto de la risa al leer el comentario de Rafa; es gracioso y a la vez grotesco imaginar a la pareja haciendo lo suyo con la reja de por medio… Al final, es cierto ese dicho de que el amor todo lo puede, jaja…😂😂
Muy bueno, Antonio.
Un abrazo y suerte para vos,
Mariángeles
Ja ja ja. Ni las fobias ni las rejas frenan el instinto básico.