68. Inercias
Mientras pasa la fregona, Soledad, la limpiadora, pinta de forma caprichosa siluetas en el suelo que, entre hilos, se desvanecen para siempre. Ensimismada en el quehacer mecánico, da vueltas en su cabeza a preguntas sobre si llegará a fin de mes, si podrá comprar a sus niños los libros de la escuela, o si podrá retomar – ya tarde- aquellos estudios que abandonó a los diecisiete. Se ha dejado llevar por una sutil ley de la inercia, la misma que empuja, a miles de kilómetros, la nave “Kubrik III” de la Agencia Espacial, cruzando el cielo y pilotada por la experimentada astronauta Ludmila Tokov, quien se interroga si llegará a enlazar con la órbita adecuada, antes de la entrada en la atmósfera. Tras varias tentativas fallidas planeadas desde la base, indaga entre las lógicas del azar si volverá de nuevo a ver a su familia, a sentir la gravedad del suelo, a recobrar la brisa húmeda del agua, o a sorprenderse por las estelas tenues de otras naves, de otros destinos.
Un minúsculo punto de espuma gravita en el universo del cubo de la limpieza. Una estela nueva se dibuja errante y leve. En un lapso indecible, desaparece para siempre.
Me ha encantado!! el paralelismo entre las inercias, a veces tan opuestas, y q siempre influyen, de algún modo, en las demás. ¡Enhorabuena!!
Ludmila Tokov y Soledad, dos mujeres tan diferentes con inercias distintas y tan similares.
Muy chulo. Me gusta.
Un abrazo y mucha suerte.
Me ha gustado mucho el paralelismo que establecen entre las dos mujeres: tan lejos y tan cerca. Una idea con mucha fuerza. Saludos y abrazos.
Muy interesante el punto de encuentro entre las dos historias, esa «sutil ley de la inercia». El párrafo de conclusión me parece excelente, con desenlace trágico para Ludmila, si no lo interpreto mal. Y esa nave Kubrick me ha llegado al alma de devoradora de cine. Besos y suerte.
Iba a decir que la limpiadora es una astronauta, pero ahora creo que lo somos un poco todos. Y las estrellas en todas partes, también en los cubos de fregar disfrazados de espuma.
Muy buena la unión de dos historias tan diferentes.
Suerte, si es que la necesitas, que no sé no sé
Gracias por vuestros comentarios. Ludmila desapareció en misión espacial rusa durante la guerra fría. Es un ejemplo de casos de muertes de cosmonautas cuya desaparición nunca se ha reconocido oficialmente. Y que, desde luego, no está nada lejos de la incertidumbre de nuestras vidas…Gracias de nuevo.
Que bien trazados los paralelismos entre los hilos de las dos mujeres. Un trabajo de encaje muy bien resuelto Antonio, felicidades.
Un relato muy bonito con un paralelismo que diluyes a la perfección entre ambas historias. Desconocía la de la astronauta en particular, así que ahora mismo voy a ver qué descubro de ella. Me parece que le has dado un gran cierre al relato. Mucha suerte 🙂
Gracias, Juan Anronio, por tus comentarios. Efectivamente, existe una larga lista de desaparecidos en el espacio, cuyas historias son apenas conocidas. Gracias de nuevo
Un relato que llega, y el final maravilloso.
Felicidades
Antonio tu relato es muy bueno. Y el giro trascendental que le otorgas, para rematarlo, es genial.
En el fondo, el nexo que liga nuestras existencias, las de todos nosotros, existe.
Enhorabuena y mucha suerte.
Ton.
Ingenioso contrapunto entre dos personajes y dos situaciones disímiles sólo en apariencia. Muy bien hallado y traído. Enhorabuena
Antonio, interesante tu historia y ese final tan bueno. Suerte y saludos
Los mundos sobrepuestos, esa galaxia que es un charco en el suelo que está limpiando Soledad. Como imagen del mundo nuestro, tan diverso, unos preocupados por dar de comer a la familia y otros navegando por el espacio, esa desigualdad. Suerte.
En efecto, la diversidad humana muestra existencias diferentes, pero intuyo que hay una misma condición que las puede unir en conexiones que sobrepasan la lógica. Gracias María, Ton, Eduardo, Calamanda y Javier por vuestros comentarios.
Enhorabuena, no lo había leído. Exquisito el desenlace
Gracias, Arantza. Y enhorabuena también por tu microrrelato.