44. INFANCIA (Nani Canovaca)
Inconfundible el olor que desprendía la ropa recién tendida o cuando se metía entre las sábanas limpias, frías y recién planchadas; era como volver al remanso del vientre materno. Todo se relacionaba y quedaba unido en un mismo paquete. Siempre le contó ella que el jabón casero era el que ejercía el milagro, pero bien sabía que había algo más, algo que se llamaba madre y que incluía amor y dedicación. Algo que resultaba suave y delicado a pesar de aquellas manos broncas, agrietadas y cargadas de faenas domésticas, labores en el campo y sogas restregadas, bien para lanzar y recoger el cubo dentro del pozo, retorcer y trenzar espartos en los días lluviosos, apilar alpacas y pleitas, cargar serones, subir y bajar cargas al pajar, hacer limpiezas después de las cosechas y para colmo, cuando fueron pequeños aún le quedaban ganas en las noches veraniegas, de recortar en los periódicos atrasados anuncios de juguetes o ropa del Corte Inglés, coserlos con alfileres y cuando ya entrada la noche, hacer que aquello se moviera con ayuda de una linterna para crearles la ilusión de estar sentados en una silla del cine de verano, mientras sorbían un tazón de leche migada.
Has descrito con maestría la magia y la dureza del campo. La sábana apenas queda sugerida al final del relato, pero igualmente tiene mucha fuerza. Me gusta mucho el vocabulario que has empleado al describir los trabajos labriegos. ¡Mucha suerte!
Muchas gracias Rebeca, me alegra que te haya gustado el vocabulario empleado. Es tan bonito y hemos vivido y vivimos de ello en los pueblos, que sería un pecado no tenerlos en cuenta.
Besicos muchos.
Mujeres que exprimían sus energías al servicio de la familia, sin pedir nada a cambio, que al término de una dura y compleja jornada, sacaban fuerzas de no se sabía dónde para entretener a los suyos. Una descripción de actividades que parecen lejanas, pero que ocurrieron hace muy poco, fruto de una generosidad sin alardes que contribuyó a sacar adelante a generaciones enteras.
Un abrazo y suerte, Nani
Así es Ángel. Esas mujeres que merecen un monumento en cada casa y ciudad. Mujeres que hicieron milagros para sacar adelante a la prole y aún, eran capaces de jugar y divertir.
Besicos muchos.
Mujeres de pueblo, campesinas. Incansables, duras, tiernas… Matriarcados que marcaban caminos y vidas.
Yo he conocido alguna de esas mujeres, Nani, y me encanta tu historia. Has conseguido dibujarme una sonrisa de ternura y recuerdos.
Un abrazooo grande.
Muchas gracias Amparo por comentar. Estoy segura que si has conocido mujeres de esas, te dejaron huella y las recuerdas con todo el cariño.
Besicos muchos.
Madre no hay más que una, dicen. Y menos mal, añaden mis hijos con guasa. 😀
Edita, tus hijos son un encanto y tienen toda la razón!!
Besicos muchos.
Merecido, cariñoso y sentido homenaje literario a las que nos lo han dado todo. Y, lamentablemente, en muchas ocasiones puede que nos demos cuenta demasiado tarde, cuando puede que ya no estén para recibir nuestro agradecimiento. Suerte, Nani, Saludos.
Jesús, un homenaje y todo el cariño, porque las recordamos con el mayor amor. Como dices, probablemente, tarde nos damos cuenta de lo que hicieron y como nos quisieron y cuánto cariño pusieron en todo lo que hacían. Muchas gracias por comentar.
Besicos muchos.
Se me ha adelantado Ángel y Jesús, dos grandes comentaristas, y no quisiera repetirme porque comparto con ellos lo que te dicen.
A mí me ha producido mucha emoción tu texto, tanta que estoy deseando meterme ‘entre las sábanas limpias, frías y recién planchadas’ para volver al remanso del vientre materno y evocar tantas cosas.
Precioso, mademoiselle.
Abrazos gigantesco y suertísima.
Towanda, que venga de una maestra como tú este comentario, es un placer. Espero que hayas disfrutado de las sábanas frías, limpias y recién planchadas. Ellas además planchaban.
Besicos muchos.
Bellísimo homenaje a las mujeres, a las madres que hasta dieron olor a los recuerdos de nuestra infancia y cuyo trabajo nunca ha sido lo suficientemente reconocido. Muy bonito. Un abrazo y suerte.
Muchas gracias por comentar y tan bonito María José. Nunca será suficiente homenaje los que esas mujeres se merecen.
Besicos muchos.
Precioso, Nani. Una auténtica belleza de texto. Has hecho un magistral retrato de la durísima vida de las mujeres en el campo. Y después llega el momento de llevar la casa, y también dan el do de pecho. Completas e insuperables.
Me ha encantado.
Enhorabuena, suerte a raudales y besitos muchos.
Muchísimas gracias María José Sánchez, por tu comentario. De acuerdo en todo contigo en cuanto a lo que se merecen las mujeres que no pensaron en otra cosa que hacer la vida un poquito mejor, a todos los suyos.
Besicos muchos.
Nani, leer tu relato ha sido como volver a la infancia de un plumazo. A veces, nos quejamos de que es muy dura la vida que llevamos, pero se nos olvida la dureza de la que llevaron nuestras madres, sobretodo cuando se vivía en un pueblo.
Precioso. Te deseo mucha suerte.
Besos apretados.
Muchas gracias Pilar por tu comentario. Es verdad, a veces nos quejamos y olvidamos lo que tuvieron que hacer de manera milagrosa, esas mujeres que fueron nuestras madres y abuelas. Verdaderos milagros y hasta magia incluida.
Besicos muchos.
Aroma a autenticidad, a dedicación, a sensibilidad de unas manos arrugadas por la entrega a la familia. Un tiempo pasado pero muy cercano. Precioso y merecido homenaje, Nani. Abrazos.