38. Infierno en vida (Alberto BF)
Un violento segundo lo cambió todo. Salif sintió la zozobra. La raíz que le unía a su amada tierra fue arrancada de cuajo, y la barbarie decidió por él que no podría ser trasplantada en el mismo terreno.
Su instinto de supervivencia le aconsejó huir, de manera inconsciente, sin rumbo y con la quebrada raíz al hombro, en busca de nunca supo qué. Futuro, esperanza, porvenir, paz, dignidad… conceptos huecos y vacíos de contenido, sólo aceptados por aquellos seres con autoridad moral para decidir lo más conveniente a los desarraigados contra su voluntad.
Fue cruel el éxodo, pero no lo fue menos la acogida. Culpable a la vista de todos de su indeseada desgracia, sospechoso, señalado y repudiado allá donde le llevaron sus pasos. Su extirpada raíz, cada vez más pesada y putrefacta, no encontró nunca abono en el que sustentarse, y lentamente se le acabaron las ganas de luchar.
Logró descansar en paz, con la satisfacción de no volver a sufrir a su propio género y con la certeza de que más allá no iba a esperarle paraíso alguno; perdió la esperanza durante su infierno en vida.
Hola, Alberto.
Hay que ver lo maravillosamente que juegas con la metáfora de la raíz, quizá la más pertinente en la temática que nos ocupa en esta tanda del ENTC. No se puede reflejar mejor de lo que lo haces ese «infierno en vida» de un emigrante, esa pérdida de cualquier esperanza. Qué bien aludes a la autoridad moral de algunos, la minoría, a la antigua dicotomía entre auctoritas y potestas, prevaleciendo la primera, el poder que no se impone por la fuerza sino que mueve a obedecer por propio convencimiento ante una orden sugestiva y justa, ética. Ojalá la muerte de tu protagonista fuera solo metafórica, pero me temo que no. Paga con su vida el hecho de haber emigrado. Un texto magnífico. Te felicito. Un abrazo.
Muchas gracias, Martín, por tu comentario. En un concurso que cuenta con relatos de tanto nivel se agradece doblemente.
Por desgracia, en el tema que nos ocupa en este bimestre, sospecho que no siempre nos encontraremos con finales felices.
Un abrazo!
Alberto, cuanta fuerza en esta narrativa y en su hilo conductor -la raiz-. Buena ambientacion. suerte y saludos
Calamanda, muchas gracias por tu comentario.
Suerte para ti también, y un saludo!
Tremendo y dramático relato, Alberto. Has sabido utilizar los términos adecuados para enfatizar el enorme pesimismo que lo domina todo. Enhorabuena.
Un abrazo.
Muchas gracias por tu comentario, María José. Un abrazo!
Me encanta. Esa raíz al hombro, al final putrefacta, sin un lugar al que arraigarse. Enhorabuena, Alberto.
Un abrazo, y suerte
Muchas gracias, Inés. Un abrazo, y suerte para ti también!
Brutal esa imagen de la raíz al hombro.
Gracias por tu comentario, Edita. Brutal, y desgraciadamente real en muchos casos. Un abrazo.