43. INOPORTUNAS COINCIDENCIAS
Serían las primeras vacaciones que pasaríamos juntos en la nieve. Mientras Nicoleta, la niñera, vaciaba las maletas y guardaba la ropa, mamá recogía a papá y la abuela dormitaba frente la televisión, nosotros jugábamos fuera de la cabaña. Primero una batalla de bolas, después, Nicolás quiso que le enterrara bajo la nieve, parecía un muñeco gordinflón dormido plácidamente. Le dije que no se moviera, había olvidado la cámara de fotos, corrí hacía la casa, no tardé en encontrarla. Al salir me detuve ante el televisor, el tiempo se volvió contra mí cuando de repente sentí un portazo en el corazón que hizo temblar mis cimientos, entonces grité: ¡Nicoleta, Nicoletaaa…! La casa palpitó.
Salimos al encuentro de mi hermano, yo no conseguía recordar dónde lo había dejado, habían transcurrido horas, rastreamos escrupulosamente el lugar. La oscuridad de la noche se cernía sobre nosotros e irreverentes montículos de nieve jugaban al engaño, mientras los inmaculados copos iban enterrando luctuosamente nuestras esperanzas.
Mamá regresó sola. Papá, como siempre, había perdido su vuelo.
Tras los años, cuando observo el cuerpo inmóvil de Nicolás y su mirada fija, quién sabe en qué parte de la historia, me pregunto si no hubiera sido mejor no encontrarlo.
María Elena, los juegos de los crios se vuelven peligrosos cuando les ponen tanta fantasia. Buen ritmo el de tu cuento con palabras escogidas y directas. suerte y saludos
Tienes razón Calamanda, y además no hay que perderlos de vista.
Muchas gracias por acercarte.
Abrazos
Como te dice Calamanda, los juegos infantiles a veces son fatídicos. Se lee con gans y con el corazón encogido. Suerte.
Besicos muchos.
Pues si Nani, y a veces la fatalidad viene acompañada de una serie de circunstacias imprevisibles.
Muchas gracias por tu comentario, Nani.
Muchos besos también para ti
Qué historia tan emotiva. Curiosa la pregunta final de la prota.
¡Suerte!
Hola Rosy, muchas gracias por tu comentario. Me alegro que te haya resultado emotivo. La pregunta final es difícil obtenr una respuesta. Pues en realidad nunca queremos que se nos vayan los seres queridos aún cuando están en situaciones críticas, pero es cierto que se sufre al verlos en esas circunstancias de estado prácticamente vegetativo.
Un beso.
María Elena, me imagino el sentimiento de culpa que acompañará a la protagonista toda su vida. Me ha gustado. Abrazos.
Hola Salvador, me alegra que te haya gustado mi historia, y si ciertamente es para no olvidarlo.
Muchas gracias por leerme.
Abrazos también para ti.
Hola, María Elena.
Dios, menudo juego de niños. El final es demoledor.
Bueno, te felicito porque el micro me ha llegado.
Un abrazo.
Hola Towanda, me alegra saber que te ha gustado y efectivamente tiene un trágico final.
Muchas gracias por leerme.
Un abrazo también para ti
Gracias Ana por acercarte hasta mi relato. Me place saber que te ha esultado interesante.
Muchos besos
Me gusta la idea de este relato: niños que juegan sin supervisión, dejados a la suerte de sus travesuras. Muy bien contado, suerte.
Saludos.
Beto, es cierto lo que dices,, los niños a ciertas edades necesitan una vigilancia y dedicación, eso quise reflejar en el relato.
Muchas gracias por tu lectura.
Saludos también para ti.
Tiene algo este micro, empieza pausado pero algo (el título ya nos ha puesto en guardia) nos dice que las cosas se van a torcer. Se va graduando el suspense, hasta el final tan crudo. Hay frases que me gustan mucho como que la casa palpitó, lo que no entiendo es por qué hacen que los dos nombres que aparezcan sean tan parecidos Nicolás y Nicoleta, tiene algún motivo¿? -yo es que soy curiosa-
Saludos.
Hola Mel, para satisfacer tu curiosidad, te diré que los nombres no encierran ningún misterio, me vinieron a la mente y así se quedaron.
Te agradezco tu lectura y tu comentario.
Saludos también para ti
ahhh vale, al ser tan tan parecidos pensé que igual se me escapaba algo. Gracias a ti.
Que fuerte María Elena, no me gustaría estar en el pellejo de la hermana, para eso, mejor no haberlo encontrado. Me gustó.
Un beso
Inquietante relato que resulta demoledor al final.
Suerte y saludos, Elena.