54. Insaciable (Jesús Navarro Lahera)
Siempre había buscado mis víctimas en casas o bloques de viviendas, pero nunca en un hotel. Puede que fuera la noche sin luna, o simplemente que deseaba probar algo nuevo. El caso es que ahí estaba yo, entre la ventana y las cortinas de aquella habitación.
Debo admitir que mi cuerpo me pedía sangre a gritos, así que no es de extrañar que me relamiera ante la escena que tenía lugar encima de la cama. Una mujer morena de poco más de treinta años y un hombre calvo, que calculé tendría su misma edad, retozaban desnudos entre jadeos, suspiros y risas.
Durante unos segundos, dudé si lanzarme primero sobre ella, que gemía subida a horcajadas sobre el tipo sin pelo, o hacerlo sobre él, que resoplaba como si fuera a darle un infarto. Finalmente, me fijé en la forma en que a la chica le palpitaban las venas del cuello y, sin pensarlo, abandoné mi escondite. Ninguno me oyó llegar, ni tampoco se enteraron de cuando los mordí. Y luego, ya con el estómago lleno, salí volando en busca de más humanos a los que clavar mi probóscide.
Vaya, vaya con el individuo chupador… Y además, voyeur. Lo has planteado estupendamente para que el lector piense todo el tiempo que es lo que no es, hasta la última palabra que descubre el pastel. Enhorabuena.
Muchas gracias, Edita. Así es, hasta la última palabra no se desvela la identidad de nuestro chupador de sangre con tendencias de voyeur 🙂
Lo más parecido a un vampiro insaciable es un mosquito, así que el símil bien llevado y con sorpresa final le sienta como un guante. Imaginamos.que su pequeño cerebro se guía por el puro instinto, pero si tuvieran una capacidsd de pensar similar a la humana, sin duds que el acto previo a su ataque sería como el que tan bien has descrito.
Un abrazo y suerte, Jesús
Muchísimas gracias, Ángel. Me ha divertido mucho meterme en la cabeza del mosquito, y disfrutar con él de ese momento de felicidad próximo de ponerse ciego de sangre. Un abrazo
Jejeje, un relato muy apropiado para estos tiempos veraniegos en los que nos vemos acribillados sin cesar por elementos de esa especie. Yo no sé si pensarán o no, pero mala sangre sí que tienen…
Muy buen micro, con sorpresa final, como a mí me gustan.
Un abrazo y mucha suerte, compi.
Muchas gracias, Ana María. Sorpresa final y ajustado a estos tiempos en que sufrimos a estos seres insaciables por nuestra sangre. Un abrazo
Hola, Jesús, a mí también me has engañado, y sorprendido después cuando he conocido el significado de «probóscide». Genial. Abrazo y suerte.
Muchas gracias, Juana. Un palabro nuevo que aprendí al enfrentarme al micro, y que desvela al narrador y protagonista de la historia 🙂 Un abrazo
Sorprendente. Hasta la palabra final no me he dado cuenta del equívoco . Todo un éxito esa manera deliberada de engañarnos. Estupendo relato. Mucha suerte, Jesús. Un abrazo.
Muchas gracias, María José. El bichito estaba disfrutando tanto de su próximo banquete, que se ha guardado la palabra justa y no la ha sacado hasta el final del micro. Un abrazo
Todo un prodigio confiar a solo una palabra el sentido de todo el relato. En pocas líneas pasamos del género de misterio al erótico, con parada en el de terror y un final de lo más sorprendente que raya en la comedia. Un saludo y suerte.
Muchas gracias por este análisis y por tus palabras, Antonio. Has resumido los géneros que quería tocar a la perfección :). Un abrazo
Hola Jesús:
Ese mosquito sabe demasiado, jeje. Me ha encantado leerte, con ese narrador inesperado que va desenmascarandose poco a poco, hasta que ya no hay remedio.
Enhorabuena y suerte
Muchísimas gracias, Alberto. Me alegra saber que te ha gustado la historia y visión que nos ofrece este mosquito tan gamberro e insaciable 🙂
Jesús,bravo, a mí también me has engañado totalmente. Tan bien ambientado hasta «picarnos» por sorpresa justo al final. Enhorabuena
Un abrazo.
Muchísimas gracias, María. El mosquito sacó su arma blanca justo al final, para picarnos y salir volando 🙂 Un abrazo
Ay, pillín, cómo nos has engañado hasta que has mostrado la probóscide. Está muy logrado.
Un abrazo y suerte.
Muchas gracias, Rosalía. Un juego que se desvela donde más gusto da, en la última palabra del microrrelato. Un abrazo.
Estoy de probóscides hasta el moño! Llevo encima una loción para aliviar, pero no he podido aún evitar que me piquen.
Nos llevas con maestría a una escena de vampiros o de hombres Lobos y nos encontramos con la sencilla realidad, la que ocurre a diario de verdad: que un insecto, en apariencia insignificante, nos lleve de cabeza es para reflexionar un rato.
El ingenio es tu seña de identidad.
Muchísimas gracias por tu comentario, Rosa. Ya siento que tan minúsculo visitante nocturno te lleve por la calle de la amargura, pero me alegro de haberte sorprendido y de que hayas disfrutado con esta historia. Un abrazo.
Jesús, un buen relato que se adapta muy bien al tema propuesto porque bien que se relame el probóscido. Y como la sangre no llega al río, pues nadie tiene que morir. Que cada cual disfrute a su manera. Uno de los mejores que he leído.
Saludos
Muchísimas gracias, Pilar. Me alegra infinito que te haya gustado tanto. Un abrazo