73. INSOLENCIA MARCHITADA
En algún momento de mi vida gocé de gran belleza. Todos me elogiaban y disputaban mi presencia en sociedad. Carente de humildad, me dejaba arrastrar por el efímero estado de embriaguez que me proporcionaba mi egocentrismo. Indiferente a todo aquello que no girará en torno a mi universo personal, distancié a la mediocridad de los humanos ( según mi visión de la vida) y me quedé con la “escoria” de los cercanos depredadores que protegen a su presa mientras esta rentabiliza sus “affaires”.
Hoy, marchita, desahuciada y privada de toda aquella burbuja estética, padezco la soledad y el estigma de los apestados. Condenada a enfrentarme a mis recuerdos, ahora recojo los despojos de esa belleza interior ( que tanto desprecié) y pordioseo cualquier gesto de adulación, aunque todo sea una farsa, como mi existencia en esta prisión de cuerpo mutilado y alma manchada.
Vaya por Dios, qué triste y arrepentida está esta mujer.
Seguro que su autocrítica le sirve para encontrar el camino verdadero. De hecho, creo que ya está en él.
Buena suerte con tu relato y buen día.