79. Interinidades
Aquel día lloró. Lloró hasta alcanzar el orgasmo. Una sucesión de llantos extraños que nunca antes había proferido, al menos en mi presencia. Sus gemidos parecían los de una gata en celo, el vaivén enloquecido de una puerta mal engrasada movida por un viento anónimo y dispar. Dos gotas reverdecidas colgaban de sus lacrimales, profundos como siempre, sin llegar a caer del todo, exentas de las leyes de la gravitación y de la hidráulica. Después, cuando me vacié en ella, se dejó caer sobre mi pecho. Tardamos un buen rato en romper aquel silencio. No encontramos explicación a lo ocurrido; tampoco le dimos importancia. No era el primer polvo raro que habíamos echado. Sin embargo, volvió a ocurrir en cada coito, hasta que ninguno de los dos pudimos soportarlo más y el sexo se convirtió en un paraguas colgado de una percha en tiempo de sequía. Consultamos con un especialista que nos descubrió una fobia cruel e inesperada: una pena intangible al copular con la persona amada. Decidí buscarle otros amantes y observarles mientras yo me auto satisfacía. Todo iba bien hasta que llegó él, y volvieron los maullidos de gata, el chirriar de puertas, la ingravidez de sus lágrimas


Debe de haber tantas fobias omo personas, esta convocatoria da cuenta de muchas, algunas casi impensables, pero regidtradas, por lo que no sería de extrañar que esta, tan particular, existiera, aunque lo sustancial es lo que sucede, ese cambio de sentimientos, detectable con detalles concretos,, como también la originalidad del planteamiento.
Un abrazo y suerte, Juancho.
Hola Ángel, una vez más tengo que agradecer lo certero de tu comentario. Es un placer ver como se desmenuza sin demasiadas palabras, pero con afinada puntería, la precisión de un relojero y el acierto de un analista consumado una de tus creaciones. En efecto, creo que lo más esencial de este cuento es lo palpable de esa traición, que aunque sin serlo, desmorona la nueva estructura que había creado la pareja. En cuanto a la fobia, si existe yo la desconozco, aunque es cierto que tampoco la he buscado.
Un enorme abrazo, Ángel, y gracias otra vez!
¿Qué te puedo decir, Juancho, que no te haya dicho ya? Que me parece preciosa la manera en que describes algo tan común como un llanto, o que la frase del paraguas me ha dejado tan encandilada que me la he tenido que leer tres veces. Y, cuando ya parece que habían encontrado la solución, el final deja un poso de tristeza condensada que te remueve hasta lo más hondo. En resumen: una maravilla de micro.
Un besazo, querido lagarto.
Hola, Ana María, yo sí sé qué más puedo decirte y es un enorme gracias!! Fíjate que, estando en general satisfecho con el cuento, aunque generalmente siempre queremos más y no acabamos nunca de sentir que el relato está perfecto, he tenido la sensación mientras lo escribía, tanto en en las metáforas del llanto como en la de sexo y el paraguas que andaba un poco por lugares comunes. Tal vez esté equivocado y sean más originales de lo que yo pensaba.
Un beso enorme, Ana María!!!
Qué bueno Juancho. Esas idas y venidas tan bien traídas. Enhorabuena.
Muchísimas gracias, Sergio, por la lectura y por el comentario.
Un abrazo grande!!
Como me ocurre en el 85,09 % de las ocasiones, hoy también he descubierto que el relato era tuyo. Confieso que, además del estilo propio de tus escritos, me aprovecho de un detalle, una ayudita extra que no pienso descubrir. Ja ja ja.
Hola, Edita, muchísimas gracias, por la lectura y por el comentario. Creo que me repito al decir esto, pero no sé si es bueno o malo resultar tan reconocible o convienes, al menos de vez en cuando, cambiar de registro. En cuanto a ese truco que me descubre en casi un quince por ciento, tal vez sea algún laísmo, leísmo, loísmo que no soy capaz de interpretar. En cualquier caso respeto tu secreto y seguiré agradeciendo la generosidad de tus lecturas y la precisión de tus pesquisas.
Un beso grande!!
Ayyy Juancho, me ha encantado. Ya sabes que admiro mucho tu forma de escribir y es que es tan original, meticulosa y preciosa, que no es para menos. Ese final te deja el corazoncito un poco encogido. Y es que el amor a veces duele, solo el que lo probó lo sabe. 😉
Mucha suerte y un abrazo 💗
Jo, Nuria, pues a mí me ha encantado tu comentario, es que además creo que la última frase describe el relato con absoluta precisión. En fin, muchísimas gracias! Me decís cosas tan bonitas que no sé que decir ni como corresponder.
Un beso grande!!
Qué preciosidad, Juancho. Me gusta todo pero, como a Ana Maria lo de «el sexo se convirtió en un paraguas colgado de una percha en tiempo de sequía» me ha parecido brillante.
Es difícil escribir algo que nadie haya escrito nunca antes,
pero tú siempre lo consigues.
Un abrazo y suerte.
Jo, muchísimas gracias, Rosalía, por la lectura y por este comentario tan bonito. Te digo lo mismo que le decía a Rosalía, estando relativamente satisfecho con el relato, he tenido la impresión de caminar algunas veces por lugares comunes, aunque ojalá esté equivocado y sea tan original como os ha parecido.
Muchísimas gracias otra vez! Un enorme abrazo!!Ju
La subcontratación también da fobias. Divertido pero te hunde en la tristeza. ¡Enhorabuena!