JUL113. DESENCANTO, de Jorge Armando Pérez Torres
-Tengo miedo del resultado – dijo Matias.
-No tengo ni una palabra que decirte – dijo Fanny – y echó una fumada tan grande que parecía una bomba nuclear.
-No se puede fumar aquí – dijo una vieja enfermera, señalando la advertencia en un cartel.
Se miraron como dos personar intentando reconocerse, luego, la fea enfermera tiró sobre una silla de espera los documentos que portaba en una carpeta, encendió un cigarrillo, y lo fumó justó debajo del cartel de advertencia. Y allí permaneció, recargada en la pared, hasta que el cigarrillo se consumió totalmente.
-Cuando tengamos hijos les mostraré lo bello que es el mundo – me dijo Marissa una vez.
-Preferiría no hacerlo – le dije
-¿Preferirías no hacer qué?
-Tener hijos
-¿Qué dices? ¿Por qué? – continuaba fumando.
-La vida es una trampa – dijo Matias, y extendió su mano para arrebatarle el cigarrillo de la boca a Fanny; entonces él lo fumó.
-Tarde o temprano el desencanto sucede – otra fumada – y no ves más que sombras.
-Tienes razón, hay un switch que apaga la luz cuando todo brilla.
-Antes observaba un campo lleno de flores; ahora solo es un desierto.
Número 3: turno de Matías para la prueba VIH.
Parpadeó. Todo seguía siendo igual.